El director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, inauguraró ayer en Huelva la exposición «Errancia y fotografía. El mundo hispánico de Jesse A. Fernández». Una muestra que reúne 135 instantáneas del fotógrafo y pintor cubano y con motivo del cual se ha publicado un catálogo a cargo de This Side Up, con textos de Juan Manuel Bonet y Fernando Castillo, así como reproducciones de todas las fotografías.
Organizada por el Instituto Cervantes en colaboración con el festival Otoño Cultural Iberoamericano, la muestra estará abierta en el Salón Iberoamericano de la Casa de Colón en Huelva hasta el 2 de diciembre.
A lo largo de más de tres décadas, entre 1952 y 1986, el fotógrafo y artista cubano Jesse A. Fernández practicó lo que hemos llamado una «errancia hispánica» al residir en una serie de países americanos y europeos, desde su Cuba natal a su España de procedencia, pasando por México, Colombia, Guatemala, Francia, Italia o Estados Unidos. En todos ellos mostró su interés por la realidad y por los personajes del mundo cultural de la urbe en que se encontraba —a este respecto, la serie neoyorquina dedicada al jazz es reveladora—, pero también en todos estos lugares buscó el denominador común, el enlace con lo hispánico que siempre inspiró su obra, en las personas y en el paisaje. Sus fotografías recogen este interés por el lugar al tiempo que las constantes que caracterizan su poética artística, algo que se manifiesta en los dos géneros esenciales que siempre practicó, el retrato y el paisanaje urbano. Jesse A. Fernández, una personalidad de indudable encanto, mantuvo estrechas relaciones con los representantes del mundo cultural de los lugares en lo que residía, dedicando especial atención a aquellos que representaban el mundo hispánico. Así, si en el Nueva York de los años cincuenta y sesenta retrató a Marcel Duchamp o a Marlene Dietrich, también con el mismo interés retrató a escritores, artistas y músicos del mundo hispánico presentes en la urbe como Salvador Dalí, Max Aub, Mario Vargas Llosa, Nicanor Parra o Carmen Amaya, al igual que haría después en París o en Madrid durante los años setenta y ochenta. Esta combinación de mundos y esa mirada hacia los elementos culturales comunes, como sucede con la serie dedicada a las catacumbas de Palermo, es lo que destaca en su obra y lo que se ha querido resaltar en esta exposición dedicada a ese itinerario personal y fotográfico por el Nuevo y el Viejo Mundo, en el que lo hispánico sirve de enlace.
El Seis Doble | Instituto Cervantes
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