• En 1974 se enfrentaron en Hamburgo por primera y última vez dos países que estaban divididos por el muro de Berlín
En numerosas ocasiones la política ha querido hacerse presente en el fútbol. Pero nunca se ha dado un hecho como el que ocurrió en el Mundial de 1974 que se disputó en Alemania. En la República Federal Alemana, habría que precisar, porque entonces también existía, al otro lado del Muro de Berlín, la República Democrática Alemana, el régimen comunista que utilizaba el deporte para ensalzar sus virtudes. Por primera y única vez en la historia la DDR se clasificó para el Mundial, lo que ya generó la inquietud de los organizadores por la imprevisible reacción que podía provocar en los ciudadanos de ambos países en unos años de plena Guerra Fría, de historias de espías y sospechas.
Las malas lenguas dicen que el sorteo se manipuló para que la RFA, potencial mundial, y la DDR, cuyo fútbol nada decía entonces pese a que el Magdeburgo había ganado ese mismo año la Recopa, se enfrentaran en la primera fase para evitar que lo hicieran en un partido decisivo. Así, queda para la historia el 22 de junio de 1974 en Hamburgo cuando las dos Alemanias se jugaban el primer puesto del grupo. La tensión se mascaba en el Volksparkstadion porque todo el mundo era consciente del efecto propagandístico que podía tener cualquier resultado del partido.
El choque fue aburrido, con pocas ocasiones, hasta que en el minuto 77 Sparwasser batió a Maier. La DDR, un equipo técnicamente limitado, ganó el partido y el centrocampista del Magdeburgo fue, a su pesar, aclamado como un héroe por el gobierno comunista, que trató con esta victoria de sofocar la creciente oposición de una buena parte de la población. Por eso mismo, el propio Sparwasser reconoció años después que este gol le causó más problemas que beneficios: “Si en mi epitafio ponen Hamburgo-1974 todo el mundo sabrá a qué se refiere”. El autor de este texto es Roberto Calvo. Leer noticia completa y ver hilo de debate en deia.com.