Gilles Yapi-Yapo: fútbol, sexo, pornografía y magia negra
El marfileño decidió complicarse la vida en lugar de centrarse en su carrera deportiva
Aplauso de graderío, sonido de rutina y algún tambor de fondo. Un día cualquiera de partido. Uno más, pensó Gilles Yapi-Yapo, jugador del Zúrich. No fue así. El destino quiso cruzarse por el camino con la fatalidad. O más bien, lo hizo Sandro Wieser, del Aarau, contundente, expeditivo y certero. Sin mirar el balón, buscando la pierna del centrocampista y partiéndole el ligamento cruzado anterior, el interior, el menisco, la rótula y dejándole dañado gravemente el cartílago hace dos semanas. Una salvajada que puede acabar con la carrera del jugador de Costa de Marfil a sus 32 años, que se marchó del campo en camilla, dolorido; pero sonrió al llegar al hospital. ¿Por qué parece contento?, preguntó uno de los enfermeros. "Porque sabe que Dios le ayuda", contestó su entrenador, Urs Meier, que conoce bien el calvario pretérito de su pupilo: un relato de sexo, pornografía, ocultismo y magia negra digno de una película de Hollywood.
La vida de Gilles Yapi-Yapo responde a los convencionalismos de la historia africana. Nacido en Abidjan (Costa de Marfil), se crió jugando en la calle sin botas que ponerse y solventando el hambre con juego. Nada que sea ajeno a los miles de deportistas procedentes del continente olvidado. De ahí que su relato, a priori, no sea novedoso. Tenga su base en un argumento sobradamente conocido. Hasta que llegó a Europa, con 19 años, en concreto, al Beveren belga, el primero de los cuatro equipos en los que militó antes de fichar por el Zúrich. O lo que es lo mismo: el principio de su adicción a las malas artes. "La fama abre puertas que, en ocasiones, no son buenas: el pecado, los abusos, la pornografía y la masturbación. En algún momento, fui esclavo de todas esas cosas", reconoció en un vídeo publicado por la iglesia evangélica donde ahora, dice, cura su alma.
En su currículum consta que también ha militado en el Nantes, el Young Boys, el Basilea y el Dubai, pero no siempre disfrutando del fútbol. Porque el marfileño decidió complicarse la vida. Uno de sus compañeros, le ofreció refugiarse en la magia negra y el ocultismo para superar sus problemas de identidad. Y Yapi-Yapo no dudó en aceptar la oferta. "Empecé a tener problemas financieros, perdí el equilibrio y me deprimí. Incluso llegué a pensar en el suicidio", ha relatado en el mismo vídeo. Sin embargo, el día que le pidieron sacrificar a su hijo, decidió acabar con todo después de perder 200.000 euros. Por primera vez dijo no y buscó la forma de salir de allí. El autor de este texto es David Palomo. Leer noticia completa y ver hilo de debate en elmundo.es.
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