Hemos convertido el mundo civilizado en una trituradora de carne
O de personas, como usted prefiera llamarlo
Roman Ostriakov es un mendigo ucraniano que vive en Génova (Italia). Entró a un supermercado y compró un paquete de colines, pero se escondió un trozo de queso y un paquete de salchichas, por un valor total de 4,07 euros. Un cliente —imagino fiel cumplidor de la ley— observó el hurto y lo denunció a los vigilantes. Fue detenido y juzgado. No era la primera vez que cometía pequeños robos semejantes. La sentencia fue ejemplar. Seis meses de prisión quedando en libertad condicional con la obligación de pagar 100 euros de multa. La sentencia fue confirmada por el Tribunal de Apelación, aumentando la multa hasta los 160 euros. Finalmente, el Tribunal Supremo italiano ha anulado la sentencia arguyendo que el hecho no constituye delito, porque no es punible, quien impulsado por la necesidad, roba en un supermercado pequeñas cantidades de alimentos para afrontar la imperiosa exigencia de alimentarse.
Tras conocerse la noticia, han sido muchas las voces escandalizándose. Aseguran que si esta sentencia se populariza, serán miríadas de indigentes quienes acudan a robar a supermercados o en bares y restaurantes. Tendrán el respaldo de la ley. Ya incluso argumentan que no robarán alimentos básicos, sino productos exclusivos, como percebes o trufas blancas. Y no solo son los comerciantes quienes se indignan. Algunos bufetes de abogados se preguntan si el Tribunal Supremo actuó por buenismo, rompiendo el rigor de la ley. Aseguran que el tribunal ha sobrepasado una peligrosa frontera. Supongo que todos estos serán ciudadanos de bien y jamás hicieron una fotocopia para uso personal en su oficina. Son ciudadanos ejemplares.
Trabajo en un centro de personas sin hogar, y les garantizo que no son casos aislados. Son muchas las personas que se acercan al centro a por un simple bocadillo. Terrible. Lo que realmente es escandaloso es que en este mundo haya gente que se muere de hambre. O que en la Europa del siglo XXI, donde se tiran toneladas de comida a la basura diariamente, una sola persona pase hambre. Ofende que el sueldo del presidente del BBVA sea de ¡más de 15 000 euros diarios! Y aún tiene la desvergüenza de pedir que los trabajadores se bajen el sueldo un 7% para fomentar el empleo. La gente de bien debería cambiar de banco inmediatamente. Hemos convertido el mundo civilizado en una trituradora de carne, o de personas, como usted prefiera llamarlo. Afortunadamente, hay jueces con sentido común, para quienes priman las personas por encima del vil metal.
* Diego Gafo es autor del blog "Las cosas de DIEGVS".
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