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 11/02/2015

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Ideólogos de cartón piedra

"No creemos en los que nos gobiernan, pero tampoco en los que aspiran a ello porque tememos que acaben siendo iguales"


Parece que después de treinta y muchos años, desde 1978, no espabilamos y continuamos en la edad del pavo política. Igual es cuestión de plantearse si a nuestra sociedad no le hará falta un A.C.I., seguimos igual. Vistos los últimos sondeos de opinión parece que por este país continuamos comprometiéndonos con una cara y no con un proyecto concreto. ¿Pero que dice este? Os estaréis preguntando.
Bien, digo que seguimos pensando en si votamos a uno u otro (me da igual, ahora no viene al caso) pero no pensamos en su proyecto de gobierno, si es que lo tienen.  A los partidos (a todos) les encanta que sea así. Les es más cómodo tener una cara con gancho que gastar neuronas en un proyecto de gobierno firme y sobre todo honrado. Un proyecto de gobierno supondría saber hacia dónde se va y tener voluntad para seguir el camino. Demasiado esfuerzo para ellos.
Actualmente los partidos parecen reducidos a la fachada hueca que supone la cara de sus candidatos (de granito algunas de ellas y de hormigón armado otras). Todos dicen, a golpe de pregunta, que harían o no en algún aspecto concreto pero empequeñecen si les dices “vale, pero ¿y en general?¿dónde nos llevan?” (aunque también se puede estar en el gobierno caminando hacia ninguna parte. Parece que los partidos  se limitan a arrancarnos el voto a cualquier precio,  pero no se han parado a pensar en que harán con la victoria. Quieren ganar pero en realidad temen conseguirlo. El problema les llega el día en el que les dan las llaves de la Moncloa, entonces empiezan los experimentos, los pactos rarísimos que siempre pagamos los mismos y el tirar las culpas a lo recibido y tonterías por el estilo. Aunque como en el caso de Valencia, se tengan que remontar a los tiempos del pleistoceno.
Hablamos de personajes, casi de famosetes estilo Gran Hermano, pero no de proyectos. Han asesinado las ideologías. Decimos que si votaremos a Rajoy, Iglesias, Sánchez o el que se tercie. Pero no si elegiremos un modelo político, simplemente porque ni lo tienen ni les interesa tenerlo para así poder casarse con el poderoso y olvidar lo más importante, las personas como tú y como yo que los hemos puesto ahí y que vemos como nuestros mandatarios nos atacan y ningunean.
¿Alguien recuerda los compromisos que refrendamos aquel día que votamos la Constitución Europea? Ah, que no lo votamos, vaya, que cosas. ¿Alguien ha visto unos artículos de la Constitución Española, esa que es modificable o no según interese, escritos en tinta invisible o escrito en rojo estos son para hacer bonito”? ¿Verdad que no? ¿Ha venido la Troika a ver si nos han quitado los médicos o tirado de nuestras casas?  Esa es una de las consecuencias de reverenciar a personajes huecos y teledirigidos, el desastre está asegurado. Al final Darwin definiría al político como una especie paralela, casi psicópata, a la que le importan poco las personas siempre que no les toquen sus dineros de Suiza. ¿No será por eso por lo que cumplen unos compromisos pero no otros? Me pararé a meditar sobre ello hasta acabar como el monje momificado que encontraron el otro día en Mongolia.
Esa traición que daría asco al mismo Judas Iscariote nos lleva al estado de agotamiento de la paciencia social que vivimos. Hemos llegado a un punto en el que ya nos da igual unos u otros. No creemos en que nos gobiernan, pero tampoco en los que aspiran a ello porque tememos que acaben siendo iguales. Nos han acostumbrado a que si el juez no condena no existe la culpa y ahí acaba todo. Han destruido la idea de moral y honradez política y  han olvidado aquello de “la mujer de cesar no ha de ser honrada sino también parecerlo”. Nos hacen creer que expulsando a los “corruptos” o presentando declaraciones complementarias “porque te pillan” ya se vuelve a la virtud. Parece una tontería comparado con la Gürtel o los ERES  pero la imagen del grupo resulta dañada hasta el punto de que ya sospechamos que también son “casta” .
El problema es que sufrir estas actitudes nos llevan al desengaño, la apatía y al final al desastre. ¿Y si decimos basta y exigimos que cumplan TODOS los compromisos (no sólo los austericidas) y, de paso, que enciendan ya las luces para poder ver con claridad a los sacamantecas que nos roban los cuartos?
Salva Colecha

* Salva Colecha es colaborador de El Seis Doble. Su espacio, aquí.
* Salva Colecha es autor del blog "En zapatillas de andar por casa".
 

El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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