Iniciativa por un fútbol respetuoso y educativo
Para fomentar los valores que dan sentido al deporte y a la vida
Les escribe Ángel Andrés Jiménez Bonillo, un exárbitro al que las federaciones y los propios comités de árbitros ignoraron cuando les propuso diferentes iniciativas en favor del respeto y la no–violencia en el fútbol (y en otros deportes). Tampoco otros organismos deportivos o partidos políticos se interesaron por este tema. Los clubes profesionales, tampoco.
Ahora me dirijo, especialmente, a los clubes más modestos, esos en los que se forma la inmensa mayoría de nuestros jóvenes deportistas, y les pido, respetados lectores, que si lo que van a ir leyendo les parece interesante, lo divulguen para que llegue al mayor número de equipos de base. Creo que estos pueden llevar a cabo iniciativas como la que yo propondré en este correo (los profesionales también podrían, y sería maravilloso, por cierto); creo que tienen la bella posibilidad de trabajar día a día en favor de la educación y la deportividad, de la auténtica formación humana de los chavales, siempre buscando eco en los espectadores (la mayoría, familiares de los menores que juegan), cuya actitud es decisiva para que los jóvenes vivan el deporte en su estado más puro y sano. Lo que les dejo a continuación es una serie de medidas que, a mi parecer, podría ayudar a hacer del fútbol (o de otros deportes a los que pueda venir bien) un referente educativo, una fuente de inspiración para el crecimiento de nuestros jóvenes, y, por tanto, para la mejora de nuestra sociedad. Y todo ello sin gastos (o prácticamente), lo cual es importante. Seguro que la actitud de un club inspiraría a otros, y así sucesivamente hasta lograr una gran victoria social a través del deporte; una cadena de buenos principios y de buenas personas que acabaría siendo imparable y que daría grandes frutos generación tras generación. ¿Por qué no intentarlo?
Las medidas están redactadas como si ya hubieran sido asumidas por los responsables de un club y estos las publicasen. Ojalá muchos se lancen a adoptar estas u otras parecidas.
1- Condenamos toda muestra de violencia (física o verbal). Nuestros entrenadores y jugadores se comprometen a mostrar un comportamiento ejemplar entre ellos y hacia los árbitros, los rivales y los espectadores. En caso de quebrantamiento de esta norma, recibirán una sanción (que, según la gravedad o la acumulación de faltas, podría llegar a la expulsión de la entidad), independientemente de que su acción sea castigada o no por los distintos comités.
Por lo que respecta a los aficionados, los que observen una conducta violenta (física o verbal) serán invitados a abandonar las instalaciones. En caso de negarse, serán avisadas las Fuerzas de Orden Público. No queremos que nuestros jugadores piensen que la violencia forma parte del deporte y de los valores que un buen ciudadano debe mostrar.
2- Condenamos cualquier intento de engaño por parte de nuestros jugadores. Es inadmisible que estos intenten que el árbitro tome decisiones equivocadas y se alegren por ello. Queremos transmitir que el fin no justifica los medios, que no hay que ganar de cualquier manera. Inculcaremos a nuestros futbolistas que deben ayudar al árbitro a tomar decisiones correctas. Así, por ejemplo, les diremos que deben reconocer si se han dejado caer en el área rival (o si un saque de banda corresponde al adversario en vez de a nuestro equipo), ya que debemos hacer lo posible para que el árbitro tome la decisión más justa. En este sentido, los colegiados, los rivales y el propio valor del honor merecen todo nuestro respeto, y no queremos utilizar la mentira para conseguir algo que moralmente no nos corresponde. En general, trataremos de ayudar al árbitro en su difícil labor, pues conviene que los jóvenes amen la búsqueda de la justicia, en el deporte y en la vida. Esto es importante en el crecimiento interior de todo ser humano. Y si alguna decisión que consideramos equivocada nos perjudica y no puede ser rectificada (porque el rival no quiera reconocer la verdad, o porque no la sepa con certeza –como en muchos fueras de juego, por ejemplo–), aceptaremos el error (o lo que pensamos que lo es), como aceptamos los nuestros a la hora de rematar, de despejar, de efectuar sustituciones, etc.
Si alabamos que un tenista reconozca que la pelota golpeada por su contrincante ha tocado la línea, ¿por qué no aplaudir conductas similares de un futbolista? Los grandes valores, como el honor o la verdad, están muy por encima de las victorias y de las derrotas. El futuro de nuestros jóvenes y la integridad de nuestra dignidad como humanos nos importan mucho más que los trofeos.
3- No queremos que nuestros jugadores se vean sometidos a ninguna presión por ganar o por ser los mejores. Consideramos que Gandhi tenía razón cuando afirmaba que “nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo, no en el resultado” y que “un esfuerzo total es una victoria completa”. Por tanto, inculcaremos los valores del esfuerzo y el trabajo en equipo, sabiendo que a veces no bastan para ganar los partidos, pero sí para sentirse satisfecho y orgulloso.
4- Convocaremos charlas formativas para padres, entrenadores y jugadores con el objetivo de asentar los valores que queremos que presidan nuestro proyecto. En estas reuniones, si es preciso, comentaremos actitudes positivas y negativas de los profesionales, esas que vemos a diario en la televisión. Los buenos ejemplos son modelos a seguir; los malos deben ser tratados y debe explicarse por qué no son deseables. Luchando a favor de los buenos valores, conseguimos que las vidas de nuestros jugadores sean más plenas y que ellos puedan convertirse en referentes para otras personas.
La lista de propuestas, como ustedes pueden imaginar, es infinita. Y podríamos citar otras: leer por megafonía un manifiesto y/o una cita célebre antes de cada partido para mandar un mensaje de respeto y deportividad, de buenos principios, con el fin de que los espectadores, los jugadores y el resto de participantes en el encuentro lo encaren con el mejor espíritu; sacar una pancarta con el lema que cada club considere más oportuno y el anuncio de la web en la que recoge los puntos fundamentales de su campaña por el respeto, ayudando con ello a difundir sus ideas e invitando a otros clubes a promover campañas que vayan en la misma línea; etc.
En definitiva, se trata de fomentar los valores que dan sentido al deporte y a la vida, de ayudar a los chavales a través del fútbol (o, repito, del deporte que sea) a aprender que siempre es preferible lo que sana a lo que enferma, lo que enriquece por dentro a lo que empobrece, lo que nos une a los demás y nos da la mejor versión de nosotros a lo que nos separa y nos degrada. Invito a todos los responsables de clubes que crean en este mensaje a que ayuden a sus jugadores a crecer cada día y a implicarse en algo grande: la mejora de uno mismo y de la sociedad. No dan ninguna copa por ello ni se cobran primas desorbitantes, pero, sin duda, sería el mejor de los triunfos.
Exárbitro y colaborador de Clan de fútbol
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