Fue un caso único en el mundo. Hace tres años, Javi Poves (Madrid, 1986) dejó el fútbol profesional por voluntad propia. Jugaba en el Sporting de Primera división. Tenía un contrato con el que ya ni sueña. Le había costado lo indecible. "Di mil vueltas hasta que llegué". Pero no era feliz y renunció. Ahora, con 27 años, vuelve a jugar al San Sebastián de los Reyes, donde se reencontrará con el fútbol de barrio, el que en su día le enamoró. Así que no habrá el peligro de que sea como antes. "Cuanto más dinero ganaba, más me alejaba del fútbol". Al fondo quedan los tres últimos años de su vida. Viajó por medio mundo y se hizo una promesa, la de convertirse al Islam, que tal vez cumplirá algún día. "El principal secreto de esta religión es el de ser una buena persona, no hay más", explica en esta entrevista con 'Publico.es', en la que no hay signo de arrepentimiento. "Yo sí puedo vivir con 1.000 €", añade.
¿Por qué vuelve a jugar al fútbol? ¿No es una contradicción en su vida?
No, no lo creo. Vuelvo porque me apetece. Vuelvo porque siento que tengo que volver. Vuelvo porque el fútbol de 3ª división será como una forma de reencontrare con el fútbol de mi infancia, no con el que dejé voluntariamente. Iré a entrenar en tren. Jugaré a 20 minutos de mi casa. Y vuelvo, sobre todo, porque estoy bien y no me importa el 'qué dirán'.
¿Sigue siendo el mismo hombre que dejó el fútbol?
Soy diferente. He cambiado. He viajado por el mundo y puede que hasta me haya hecho más radical. No tolero que nadie trate mal a los animales, al mar, a las plantas o a los animales. Habrá partes del ser humano que no entenderé nunca. Pero a la naturaleza sí, siempre, y por eso no tolero que nadie corte un árbol. Me puede volver muy agresivo. He viajado por países pobres en los que había un respeto cero a la naturaleza, gente que tiraba, como en Thailandia, plásticos al mar y se reía. Y yo por ahí no paso. No estamos aquí para vivir como cerdos. Ser pobre no significa que seas buena persona.
Le he preguntado por usted y me ha hablado de la naturaleza. Supongo que esta entrevista promete.
Bueno, ya lo veremos...
¿Por qué dejó el fútbol? ¿Por qué dejó una profesión envidiable?
No era feliz. Sé que el 99% de los chicos de mi edad hubieran querido estar en mi piel, ganar lo que ganaba yo que, aunque Hacienda se llevase la mitad, me dio, por ejemplo, para comprarme un piso de 75 metros cuadrados en la zona de Lavapies de Madrid. Pero no era feliz. No podía engañarme. Sabía que sólo el 0,01% de los chavales de mi edad llegan hasta donde había llegado y el que no lo hace tira la vida entera.
Pero usted llegó y renunció, qué rabia.
Mi diferencia es que pude elegir. Me pregunté, '¿eres feliz?' y vi que no. Así que busqué otros caminos para serlo. Me fui. Me dediqué a viajar y entre las cosas que encontré por el mundo fue a mi futura mujer que, como yo, había vivido por medio mundo. La diferencia es que ella ha sido bailadora profesional, habla seis idiomas, en fin un cerebro que ahora se ha tomado un descanso, porque está embarazada.
¿Vuelve usted entonces porque va a ser padre?
¿Al fútbol? No, no, si no voy a ser ni mileurista en el San Sebastián de los Reyes. No, no piense en el dinero, sino en mi regreso a Madrid. He vuelto porque esta ciudad me parece un sitio maravilloso para formar una familia. Y lo del fútbol pues lo que sucedió realmente fue que un amigo vio una foto mía en el WhatsApp, vio que me conservaba fuerte y me preguntó por qué no volvía. Y me tentó, esa es la verdad. Y apareció el San Sebastián de los Reyes. Y ahí estoy, porque en estos años he entrenado como nunca. He corrido como un bestia. He hecho todo lo que se pueda hacer fuera de un gimnasio. En realidad, soy más deportista que futbolista.
¿De qué trabaja ahora?
Ando por Madrid mirando con mi novia. Tenemos el proyecto de una cafetería, colaboro con una escuela de entrenadores, donde me muevo a comisión, en fin tengo que asentarme. Llevo un día viviendo en mi casa.
¿Se le acabaron los ahorros?
No, no tenía ningún saco. Quizá ahora gasto más con mi novia, porque una mujer necesita, como mínimo, ir a una habitación con baño. Pero yo he llegado a dormir a la intemperie, en hamacas en Camboya, a la orilla de la playa, o en el Amazonas de Brasil... nada de hoteles de 5 estrellas. Nunca estuve de vacaciones. Hubo días en los que que me preguntaba si valía la pena lo que estaba haciendo. Viajar así es duro. En Senegal llegué a pillar la malaria. Pero lo hice. Quería hacerlo.
¿Aprendió que no se puede vivir sin dinero?
El problema no es el dinero, sino como se gestiona ese dinero. En cualquier caso, cuando dejé el fútbol, yo nunca dije que fuese a vivir sin dinero, porque es imposible. Entonces sería un jeta. Y he encontrado a mucho jeta por el mundo. Y no. Yo no quiero ser como ellos. Pero a lo mejor yo no necesito 3.000 € al mes para vivir. El autor de esta entrevista es Alfredo Varona. Leer noticia completa y ver hilo de debate en
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