José Tomás y la faena perfecta con la música perfecta
Indultó a ‘Idílico’, un toro de Núñez del Cuvillo, en la Monumental de Barcelona el 21 de septiembre de 2008
Tarde épica e histórica la que se vivió el domingo en la última corrida de la temporada en Barcelona, con un magistral José Tomás, que realizó una fenomenal faena a su segundo, un gran toro de Núñez del Cuvillo, de nombre "Idílico", premiado con los honores del indulto.
Toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados y de juego desigual. El mejor, el extraordinario y bravo quinto, de nombre "Idílico", cuatreño, de 550 kilos, herrado con el número 120 y colorado de capa, indultado; los más deslucidos, tercero y cuarto.
Luis Francisco Esplá: pinchazo, estocada y un descabello (ovación); y pinchazo y estocada (ovación).
José Tomás: estocada (una oreja tras un aviso); y no llegó a simular la suerte suprema, fue toreando hasta la puerta de chiqueros por donde desapareció el toro indultado sin necesidad de los mansos (dos orejas y rabo simbólicos). Serafín Marín, que sustituía a José María Manzanares: meticasa y pinchazo (ovación); y estocada (una oreja).
La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde agradable.
José Tomás realizó una gran faena a su primero, al que toreó de forma magistral de capote, sobre todo en un ajustadísimo quite por chicuelinas, que tuvo su réplica por parte de Serafín Marín en su turno con otro por gaoneras, muy aplaudidos ambos. En la faena de muleta destacó el temple y la verdad del toreo de José Tomás.
En el quinto llegó la apoteosis. Un toro que demostró extraordinaria bravura en el caballo con dos varas en las que empujó con fuerza y fijeza. Tomás lo recibió de capote con lances a la verónica de gran solemnidad. En la muleta fue la locura, con el toro a más, tomando los engaños por abajo y abriéndose al final de cada muletazo. Tomás realizó la faena de la temporada en Barcelona.
Un trasteo que fue ganando en intensidad por momentos, con un Tomás cada vez más metido y relajado, roto y abandonado el cuerpo, con enjundiosas series por ambos lados de suma profundidad y exquisito temple, embarcando las embestidas del animal con largura y despaciosidad. El toro quería más guerra, y las tandas fueron aumentando en números de pases sin solución de continuidad, y aquello tomó cotas de emoción indescriptibles.
La plaza, un fervor. La gente lo vivió puesta en pie y con una pasión desbordada. En las postrimerías se pidió con insistencia el indulto, que el presidente no dudó en conceder, escribiéndose así una página más en la historia de esta plaza, que desde el año 2001, con el indulto de un toro de Torrealta, de nombre "Zafiro", a cargo de Finito de Córdoba, no vivía una tarde así. El autor de este texto es Ángel Saa. Leer noticia completa y ver hilo de debate en elmundo.es.
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