Jóvenes y parados, una cruda realidad de este país | Opinión: Ricardo Naranjo
Sábado, 26 de diciembre de 2015 | e6d.es
• La única preocupación parece ser arruinar a las clases medias y a las pobres dejarlas bajo un puente
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En el día del sorteo de Navidad del martes habría que pedir un poco de suerte a este país, donde la única preocupación parece ser arruinar a las clases medias y a las pobres dejarlas bajo un puente, ya no digo lo que está ocurriendo con nuestros jóvenes; la mayoría en paro, sin ninguna ayuda ni para unos zapatos. Parados y sin perspectiva de mejora ni se creen nuevas fórmulas para incorporarlos a la vida laboral, siendo ellos los únicos que pueden tirar del consumo, ya que representan la única forma de que el consumo suba y se creen nuevos puestos de trabajo, ¿quién va a comprar un piso, un coche, electrodomésticos, casarse o tener familia? La respuesta es clara: nuestros jóvenes. Ellos necesitan todo, si se casan necesitan ayudas para sus hijos, escuelas públicas, libros gratis, sanidad pública, incentivos económicos por cada hijo… todo esto muchos países europeos lo tienen asumido, son inteligentes; es la única manera de que un país no se quede lleno de ancianos. La realidad es todo lo contrario, ya no digo el día a día que aparece un nuevo imputado dando una imagen a las personas que un día depositamos nuestra confianza en gestionar el destino del país. Tan cruda como al ir a recoger a mi hija que venía, como no, de Londres y no de un viaje de placer. Sí, lo que estas pensando, estará unos días con nosotros y vuelta a su trabajo, lo doloroso que resulta para todos los padres que en Manises esperábamos a nuestros hijos. El avión venía lleno de valencianos, todos jóvenes, que también han salido por patas de este descalabro de país. El comentario era unánime, mi hijo arquitecto allí esta, mi hija bióloga, enfermera, médico, etc. Todos coincidimos en una cosa, os perdonaremos por vuestra labor indecente, pero no olvidaremos, estamos impacientes a las nuevas votaciones, ni padres, hermanos, abuelos, tíos, sobrinos se olvidaran ese día. Os deseamos la misma suerte que están teniendo nuestros hijos: en el extranjero y trabajando. Después de un año las urnas han hablado, cambio, sin prisa pero sin pausa. El millón ochocientos mil emigrantes, muchos de ellos jóvenes súper preparados junto con los casi 5 m de parados, observan con ansiedad los pasos que se están dando por un país justo, donde todos podremos vivir. En estas fiestas siguen sin cobrar un euro la mitad de los parados, dejados en la pobreza, así como a los casi 70 jóvenes que diariamente abandonan el país en busca de trabajo digno.