Justicia para parias
Una aventura surrealista en un sistema judicial incompetente formado por un juez haragán y una letrada desinteresada
Permítanme presentarles a Olegario Macucha. Es un chico de 30 años que acude al comedor social del albergue de personas sin hogar donde trabajo. Siempre lleva los auriculares puestos a un volumen desorbitado, ya que asegura que oye voces que lo incitan a autolesionarse. Es evidente que padece una grave enfermedad mental, lo que hace que haya intentado seccionarse extremidades con una motosierra e, incluso, que haya puesto en serio peligro su vida. Llegó a ofrecer 50 euros a otra persona para que fuera ella quien hiciera el trabajo sucio. Fue politoxicómano y alcohólico. Tiene los anticuerpos del VIH y padece hepatitis B. Malgasta su escasa pensión, que no llega a 300 euros, en productos de dudosa utilidad. Practica la mendicidad de forma permanente. Tiene deudas por doquier y lo han amenazado si no las salda... Como yo le digo cariñosamente, solo le falta ser del Atleti.
Hace más de dos años iniciamos un proceso de incapacitación porque, como pueden comprobar, es incapaz de gobernarse, ni económica ni sanitariamente. Por fin, esta semana, lo han llamado del Juzgado para la vista oral. Hasta allí acompañé al bueno de Olegario. Y comenzó una aventura surrealista. No vamos a hablar de la injustificada espera ante la puerta de la sala durante tres cuartos de hora. Su letrada nos dijo que era la sustituta del abogado asignado, que se lo habían comunicado hacía pocas fechas y que apenas conocía los detalles del caso. Una vez dentro, tanto la fiscal como la letrada, solicitan la suspensión, puesto que no tienen informes forenses actualizados. El último databa de 2015. Algo impensable. Yo mismo lo acompañé dos semanas antes a un reconocimiento médico forense. Así que nos fuimos como llegamos. Con la sensación de haber perdido toda la mañana y a la espera de una nueva citación, que ya les digo que no será en breve. Era desolador observar como la letrada y el procurador sonreían mientras comentaban entre ellos que a este juez le gusta mucho suspender juicios.
Se juntaron todos los factores. Por un lado, un paria. Una persona sin hogar, y para más inri, un enfermo mental. Es decir, un invisible. Por otro, un sistema judicial incompetente formado por un juez haragán y una letrada desinteresada. Todo esto aderezado con un servicio médico negligente. El resultado es que en la calle, y sin ningún tipo de cuidado, está un enfermo mental que mañana puede cometer una barbaridad. Sin atención. Sin cuidados. Pero no le importa a nadie. Solo queremos que desaparezca el problema. No lo queremos ver. Es desgarrador. Cuando lo vemos nos destroza. Por eso rezamos para que todo se solucione. En realidad, lo que de verdad queremos es que desaparezca el problema y que seamos nosotros los que dejemos de sufrir y no él...
* Diego Gafo es colaborador de El Seis Doble. Su espacio, aquí.
* Diego Gafo es autor del blog "Las cosas de DIEGVS".
-
0ComentarisImprimir Enviar a un amic
-
Notícies similars
-
90 mujeres de distintas ideologías, estatus y creencias debatirán sobre la situación actual y los retos para l...
Hi ha 0 comentaris / Llegir més
-
Los enjuiciamientos y las condenas no alcanzan para hacer justicia
Hi ha 0 comentaris / Llegir més
-
El caso ha pasado del CGPJ al Ministerio de Justicia para volver la semana pasada al órgano de los jueces, don...
Hi ha 0 comentaris / Llegir més