Más de 250 millones de personas en la India evacúan al aire libre, en lugar de utilizar una letrina, una cifra muy inferior a la de años anteriores pero que sigue siendo preocupante. La defecación al aire libre es una práctica muy arraigada en la India pero con nefastas consecuencias para la salud pública y la seguridad. Sobre todo para los colectivos más vulnerables: las mujeres, la población infantil y las personas con discapacidad.
En 2014, el Gobierno de la India puso en marcha la campaña Swachh Bharat, ‘Misión Limpia India’, un ambicioso plan de limpieza del país para el que ha contado con la colaboración de la FVF desde el primer momento dando apoyo tanto en la construcción de letrinas como en las tareas de sensibilización en los distritos de Anantapur y Kurnool. Durante el último año desde el Sector Hábitat se han construido más de 6.000 letrinas y sistemas baños en casas que carecían de ellos y se han llevado a cabo charlas, talleres y representaciones teatrales, en más de cien aldeas a las que han asistido miles de personas.
Lakshmidevi es una de ellas. Desde hace un año esta joven agricultora madre de dos hijas y un hijo es propietaria de una de las casas con letrina que la FVF ha construido en su pueblo, Rampapuram. Tanto ella como su marido dependen exclusivamente de las lluvias para poder sacar adelante la economía familiar y mantener a sus tres hijos, todos ellos menores de edad. Confiesa que con lo poco que ganan del campo no podían permitirse construir una casa en condiciones y menos una letrina de uso privado.
Hace justo un año recibieron con gran ilusión la noticia de que habían sido seleccionados, junto con otras familias de la aldea, para recibir una de las casas unifamiliares construidas por la FVF. Ser propietaria de la casa en la que vive le ha dado a Lakshmidevi respeto y dignidad frente a su familia y en su aldea, aunque reconoce que lo que más gratificante ha sido el poder disponer de una letrina junto a su vivienda.
¿Dónde realizabais vuestras necesidades antes de tener un baño propio?
Pues como todos aquí, y como hacían nuestros padres y abuelos, en el campo. Aunque es verdad que para las mujeres es más difícil que para los hombres.
Antes, siempre me tenía que esconder para no ser vista, ni sorprendida y salía de casa muy temprano para hacerlo. Por las noches, mi marido era quien acompañaba a los niños fuera para protegerles de los insectos o de algún transeúnte. A mí me preocupaba sobre todo la seguridad mis hijas, temía que les pudiera pasar cualquier cosa. Ahora desde que tenemos letrina en casa estos miedos han desaparecido.
En esta aldea se han realizado varias charlas sobre la importancia del uso de las letrinas. ¿Qué te han parecido?
La verdad es que en estas charlas nos han contado muchas cosas que yo desconocía. No sólo sobre el uso de la letrina, sino también sobre la importancia de mantener una buena higiene personal e igualmente en nuestros alimentos y en el hogar en general.
El coordinador que se encargaba de hacer las charlas tenía mucha paciencia y respondía a todas nuestras dudas. A veces, incluso nos lo explicaba con dibujos, para que todo el mundo lo entendiera. A los que más les cuesta de cambiar esta costumbre tan antigua y los que más dudosos estaban sobre todo lo que nos contaban eran las personas mayores.
¿Cuál es la idea principal con la que te quedas después de haber asistido a estas charlas?
Ahora sé y comprendo por qué ni mi familia ni yo debemos hacer nuestras necesidades en el campo. No solo por el peligro de sufrir la picadura de algún insecto o serpiente, algo que nos había pasado en más de una ocasión, sino por la gran cantidad de enfermedades a las que nos exponemos con ello.
¿Cómo ha cambiado vuestro día a día desde que tenéis la nueva casa y la letrina?
Estamos muy orgullosos de nuestro hogar. Antes nos daba vergüenza enseñar la cabaña en la que vivíamos, pero ahora no es solo que tengamos una casa bonita, sino que además tenemos una letrina para nuestro uso privado. Aunque lo más importante es, sin duda, la tranquilidad que nos da a mi marido y a mi saber que nuestras hijas no tendrán que salir nunca más al campo para hacer sus necesidades, ni exponerse a los peligros por los que nosotros hemos pasado.
Fundación Vicente Ferrer | Fátima Yráyzoz y Aina Valldaura
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