La Fundación Vicente Ferrer mejora la salud de las jóvenes en edad reproductiva en la India

Miércoles, 12 de octubre de 2016 | e6d.es
• El objetivo es el bienestar de las mujeres jóvenes desfavorecidas y, por lo tanto, el futuro de las nuevas generaciones

En el instituto público para chicas Zilla Parishad de Bathalapalli el curso escolar ha empezado hace poco y las 35 alumnas de décimo tienen hoy una clase especial. Las acompañan trabajadoras sanitarias de la Fundación Vicente Ferrer (FVF) para celebrar la segunda de las cuatro sesiones sobre educación alimentaria y sexual a las que está previsto que asistan antes de finalizar secundaria. Tienen alrededor de 15 años, miran a los ojos y se ríen continuamente. Responden en voz alta a las preguntas de sus interlocutoras y leen con interés un librito rosa que trata temas como la nutrición, los ataques de ácido que sufren, matrimonios tempranos, anatomía de los aparatos reproductivos, relaciones saludables y todo lo que rodea a la menstruación.
 “En la primera sesión entendimos mejor cómo funciona la regla y qué medidas higiénicas tomar, y desde entonces cambiamos algunos hábitos. Hoy hemos aprendido cómo alimentarnos para prevenir la anemia”, explica Lalitha, delegada de clase. Ante la pregunta de quiénes van a ir a la universidad, todas las manos se levantan sin excepción. También tienen clara la respuesta respecto a las bodas tempranas: “Muchas de nuestras madres se casaron antes de los 15 años y en nuestros pueblos hay chicas que ya han contraído matrimonio y no van al instituto. Nosotras no queremos casarnos antes de los 21”, subraya.
En Settur, al oeste de Bathalapalli, hace unos días ha tenido lugar un encuentro de personal sanitario de la Fundación con 80 jóvenes. Todas están embarazadas y ninguna piensa ya en sus estudios. Sonríen con recato y hablan poco. La mitad acuden acompañadas por sus suegras, o madres en algunos casos, que han sido convocadas expresamente porque en la India rural su criterio es determinante a la hora de decidir si es conveniente ir al hospital para los chequeos y para el parto. Es decir, no basta con que las futuras madres lo tengan claro, gracias a sus años de escolarización, el ejemplo de otras chicas o las acciones de concienciación y seguimiento en las aldeas son clave. La tradición que custodian las mujeres mayores también incluye supersticiones sobre los efectos perjudiciales de la toma de minerales o vitaminas, así como la potestad de autorizar a las jóvenes a comer cuando sus maridos hayan terminado. Y su opinión también cuenta a la hora de ahorrar dinero para el transporte a un centro hospitalario en el momento del parto. Asegurar este ahorro es el deseo de Latha, que tiene 19 años y espera su primer bebé. Thimakka, su suegra, vivió una experiencia bastante diferente pero la apoya: “Me casé después de mi primera regla, tuve a mis tres hijos en casa y nunca oí hablar de un hospital. Ahora los tiempos han cambiado. Estoy contenta de haber venido. Han hablado de todos los problemas que afrontamos las mujeres”, asegura.
En las mismas semanas en las que se han celebrado las sesiones de Settur y del instituto de Bathalapalli, una joven pareja de agricultores que espera a su segundo bebé acude al Hospital de Kalyandurg de la Fundación. Ella se llama Varalaxi y tiene 25 años, tres menos que él, de nombre Narayana. Hoy van a una charla donde, según les han insistido las enfermeras, es especialmente importante que acudan los maridos. Asisten una treintena de embarazadas y poco más de la mitad de sus esposos.
De hecho, no es habitual que ellos las acompañen a los chequeos hospitalarios ni tampoco en el momento del parto, pero en cambio son, junto a sus madres, los que tienen la última palabra a la hora de tomar cualquier decisión referente al embarazo y el nacimiento. Por esto es importante que estén bien informados. “Estoy muy contenta de que haya venido”, dice ella. “Ha sido útil”, afirma él. “He visto más claro que tengo que dejarla descansar, he aprendido cómo cuidarla mejor y nos han explicado la importancia de las revisiones. A partir de ahora, si no puedo venir a los chequeos, mandaré a mi madre para que la acompañe”, concluye.
 
Ampliar el foco de acción
Estos tres escenarios reflejan los nuevos caballos de batalla que la Fundación está promoviendo en los últimos tiempos para mejorar la salud de las jóvenes en edad reproductiva. Porque, si bien continúa siendo imprescindible trabajar en el seguimiento y la concienciación de las mujeres gestantes, en lo que depende de sí mismas la situación mejora poco a poco. “En el año 2000, alrededor de un 30% de las mujeres estaban interesadas en parir en un hospital, mientras que a día de hoy la cifra se ha más que doblado y asciende al 80%”, detalla Geeta Rani, trabajadora sanitaria para la promoción de la salud rural de la FVF en el área de Settur. Lo ratifica la Encuesta Nacional de Salud Familiar 2015-2016, según la cual en el distrito de Anantapur, donde la FVF hace más tiempo que actúa, un 74,6% de mujeres de áreas rurales acuden a un mínimo de cuatro chequeos antenatales y solo un 13,4% dan a luz en casa.
Por esto, para quienes ya están casadas es de gran ayuda que se trabaje para convencer a sus maridos y suegras. También a sus madres, puesto que no es extraño que las chicas regresen a su domicilio familiar para preparar su primer parto. Pero también es fundamental que las nuevas generaciones de mujeres sean capaces de identificar, decidir y transmitir qué es mejor para ellas, y por lo tanto para sus futuros bebés. “Llevábamos años haciendo talleres para las chicas embarazadas pero nos dimos cuenta de que no era suficiente. Teníamos que empezar antes de la boda. En 2012 comenzamos a reunir a chicas adolescentes en los pueblos, pero muchas no asistían porque estaban estudiando. Entonces hablamos con el gobierno para llevarlo a cabo en institutos públicos e iniciamos las sesiones en 2014”, explica Sivana Kurupa, coordinador del Sector Sanidad de la Fundación. Durante el curso 2015-2016, cerca de 19.000 chicas asistieron a estas charlas en pueblos o institutos.
 
Un camino largo
El de la concienciación no es un camino fácil pero parece claro que es una vía imprescindible para mejorar el bienestar de las mujeres jóvenes de comunidades desfavorecidas y por lo tanto el futuro de las nuevas generaciones. “Los médicos y enfermeras tenemos que ayudarlas convenciéndolas a ellas, a sus maridos y a su entorno. Las cosas irán cambiando con educación y concienciación”, sentencia el doctor Balasubbaiah, ginecólogo y director de los tres hospitales de la FVF.
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