Treinta años después de que Armero fuera tragada por el lodo matando a 25.000 personas, la mirada de una de las víctimas, la pequeña Omaira Sánchez, refleja el dolor de una tragedia todavía muy viva en la memoria de muchos colombianos. «Váyanse a descansar un rato y después vengan y me sacan de aquí», les dijo a los equipos de salvamento, tras horas planificando su rescate, con una entereza que aún hoy día asombra.
._000379