“La mujer es clave para romper el círculo entre hambre y conflictos”

Miércoles, 16 de octubre de 2019 | e6d.es
• 6 de cada 10 personas con hambre viven en países en conflicto

Se confirma la tendencia iniciada en 2016: la violencia se ha convertido en el principal factor desencadenante de crisis alimentarias. En 2018 había 113 millones de personas en 53 países en situación de crisis alimentaria (niveles 3, 4 y 5 de 5 según la clasificación internacional[1]). De ellos, 74 millones viven en 21 países en conflicto. Tres países (Yemen, República Democrática del Congo y Afganistán) encabezan, con 40 millones de personas con necesidad urgente de ayuda alimentaria, las principales crisis alimentarias mundiales.

Trabas a la ayuda: ataques y normas antiterroristas
La ayuda humanitaria se está convirtiendo recurrentemente en blanco de grupos armados: “solo en 2018 se registraron 310 actos de violencia contra personal humanitario. Esto no solo contraviene los principios más básicos del derecho internacional humanitario: negar el acceso de la ayuda a zonas como el norte de Nigeria implica condenar a la inanición a millones de personas y es una forma más de utilización del hambre como arma de guerra”, explicaba esta mañana en un desayuno informativo el director de incidencia y relaciones institucionales, Manuel Sánchez-Montero.
Por otra parte, las nuevas normas antiterroristas que donantes y gobiernos están estableciendo a nivel internacional suponen de facto dificultades para la acción humanitaria en contextos como Nigeria, Siria o Sudán del Sur: “las trabas para la realización de transacciones financieras a determinados países en los que necesitamos operar, las limitaciones a los tipos de bienes que pueden ser suministrados o incluso la demanda de listas de beneficiarios (una medida que choca frontalmente con la neutralidad de la ayuda humanitaria basada en necesidades) podrían tener un impacto a corto plazo sobre el aumento del hambre en zonas de conflicto”, continuaba Sánchez-Montero. Acción contra el Hambre, junto a otras organizaciones internacionales, está abogando por la flexibilización de este tipo de normas en determinados contextos.
 
Hacer realidad la resolución 2417
Un año y medio después de la aprobación por unanimidad de la resolución 2417 de Naciones Unidas sobre hambre y conflicto urge desarrollar los mecanismos para ponerla en práctica: “necesitamos mecanismos de información que puedan llevar puntualmente hasta el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tanto indicadores de cuándo una situación de inseguridad alimentaria podría desencadenar un conflicto como evidencias de la utilización del hambre como un arma de guerra allí donde se sitian poblaciones, se queman campos de cultivo o se bombardean pozos, establos o mercados. Necesitamos asegurar también mecanismos de sanción proporcionados y efectivos para este tipo de prácticas”, concluía Sánchez-Montero.    
 
La mujer puede romper el círculo entre guerra y hambre
Las mujeres, presentadas a menudo solo como víctimas de primer nivel en conflictos, podrían asumir un rol protagonista en la prevención y resolución de los mismos “en línea con la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las mujeres –que producen entre el 70 y el 80 por ciento de los alimentos en los países en desarrollo - tienen mucho que aportar no solo a las negociaciones de paz, sino a la propia prevención de conflictos muchas veces desencadenados por la competición por tierra, agua u otros recursos productivos”, explicaba. “Durante los propios conflictos – continuaba- las mujeres asumen bruscamente el liderazgo del hogar por la muerte o reclutamiento de los hombres. Este cambio de los roles de género tradicionales comportan una restructuración económica y social que a largo plazo podría ser beneficiaria para la equidad de género y la seguridad alimentaria”, añadió.
El Seis Doble | Acción contra el Hambre



 
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