La pobreza en campaña
Estos días el INE nos ha recordado, en mitad del show, que en España una de cada tres personas malviven por debajo del umbral de la pobreza
La realidad es siempre cabezota y se empeña en asomar por la ventana y recordarnos que sigue aquí, esperando, aunque llevemos ya seis meses debatiendo sobre el sexo de los ángeles sin hacer nada más que intentar demostrar quién es el más guapo. Resulta que estos días el INE nos ha recordado, en mitad del show de las declaraciones crispadas y la corrupción perpetua, que en España (no en Venezuela, donde parece que hayan salido huyendo a hacer campaña) una de cada tres seres humanos ( unos13 millones de almas, para entendernos) malviven por debajo del nivel de la pobreza. Son personas como tú y como yo a las que no les llega para la lista de la compra del súper y ni pueden oír hablar de hacer frente a que al niño le hagan falta unas gafas o que se haya roto el coche. Entenderán ustedes, los políticos, que vale, nos importa Venezuela pero las cosas del comer nos son más urgentes por aquí. Dicen que algo ha mejorado levemente de un tiempo a esta parte pero, como siempre, no llega a todos los hogares porque da la casualidad de que somos el país de la OCDE donde más avanzó la desigualdad. Más bien puede que la mejoría se deba a que como la calderilla que todavía no se han llevado de la caja se ha de dividir entre menos, porque muchísimos han tenido que salir para buscarse las habichuelas, salimos a más. Pero descontando esto, la realidad cotidiana es escalofriante, estamos endeudados más allá del 100% del PIB, nos faltan jueces porque la corrupción campa por sus anchas y la renta media de las familias sigue cayendo dejando cada vez a más gente en la cuneta en eso que dice que es la “salida de la crisis”.
En pleno SXXI es intolerable consentir que en un país que llamamos civilizado como estehaya gente que no puede siquiera alimentar a sus familias con carne o pescado dos veces por semana, que se hayan pelado de frio este invierno porque no les llega para encender la estufa y mejor ni insinuamos nada sobre marcharse una semana de vacaciones para intentar desconectar un poco de la miseria diaria. Todo esto mientras vivimos invadidos por una eterna campaña electoral fofa, vacía y sin contenidos dignos.
Hace ya mucho tiempo que subsistimos en este estado catastrófico pero milagrosamente la emergencia social desapareció hace unos meses cuando nuestros queridos partidos sevolvieron moderados y mojigatos para intentar montar un gobierno a SU gusto. Puede que simplemente se les olvidase lo que era importante o puede que prefiriesen centrarse en lo que les importaba a ellos porque con este dato que demuestra la catástrofe social se tendría que poner todo el mundo trabajar. Pero en lugar de pensar que detrás de estos números estamos las personas empobrecidas (que mira tú por dónde somos los que les tenemos que votar el 26 de junio) han usado los datos como armas arrojadizas para intentar saltarse un ojo mutuamente.
Pero puede que la culpa sea nuestra porque si nos importaran de verdad todas estas personas, si de verdad nos valorásemos y nos importásemos a nosotros mismos, no permitiríamos que nadie celebrase nada mientras quede alguien tirado en mitad del barro y exigiríamos que la renta mínima, los salarios decentes, las pensiones o la protección social no fueran algo que viniese de refilón en los programas políticos sino que se consideraran objetivo de todos, unos objetivos mínimos e irrenunciables a partir de los cuales empezáramos a hablar sobre si los votamos o no.
* Salva Colecha es autor del blog "En zapatillas de andar por casa".
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