Teruel es una tierra muy fría. Pero dentro de ella se encuentra la zona más gélida de España, un triángulo de 2.000 kilómetros cuadrados entre la capital provincial, Molina de Aragón (Guadalajara) y Calamocha (Teruel). De hecho, la noche del 17 de diciembre de 1963, el observatorio situado entre esta última localidad y en Fuentes Claras (Teruel) registraron la temperatura más baja de España en los últimos 50 años: 30 grados bajo cero. Hasta la fecha, el récord lo tenía Molina de Aragón con -28’2ºC en enero de 1952. Estas temperaturas colocan a estas zonas en el primer puesto del frío de zonas habitadas en España.
Todo esto viene muy bien explicado en el libro de Vicente Aupi titulado ‘El triángulo del hielo’. Aupi, periodista y meteorólogo aficionado, reside en Torremocha de Jiloca (dentro de ese mismo triángulo) y ha realizado un extenso trabajo sobre este fenómeno gélido. Un clima invernal que es, sin duda, el más frío de la España habitada; aunque ello no impide que el tiempo sea, a la vez, muy saludable, con unas temperaturas agradables en las horas centrales del día y un aire de gran calidad.
Nos encontramos en una zona entre los 900 y 1.000 metros de altura, en un altiplano abierto por el norte a ambos lados del río Jiloca y sin altas cordilleras montañosas para protegerla. Por ello, es muy probable que las noches de esa zona a caballo de Teruel y Guadalajara arrojen cada invierno las temperaturas más heladoras de la Península. Pero para ello tiene que producirse una entrada de aire polar, seguido de un periodo de calma atmosférica. Así, siempre que el suelo esté nevado, se registra un enfriamiento del aire que se traduce en un espectacular desplome térmico. No es difícil imaginar cómo son los inviernos en esta zona.
Sí, Teruel existe… pero no solamente por el frío, por otras muchas cosas que merece la pena descubrir.
Marino Baler