En cualquier momento, de aquí a un par de semanas, la sonda espacial LADEE se estrellará en la superficie de la Luna haciendo un nuevo cráter en la cara oculta del satélite. La fecha más probable estimada por los expertos es el 21 de abril, pero el artefacto está ya volando muy bajo, a dos o tres kilómetros sobre el suelo lunar, y no se descarta que se estrelle antes en alguna elevación del terreno, como la cresta de algún un cráter. Además, tiene una dura prueba dentro de unos días: el eclipse del próximo día 15, cuando la Tierra ensombrecerá la Luna, pondrá la LADEE al límite de su resistencia, sobre todo por el frío extremo que sufrirá durante cuatro horas y que puede estropear sus sistemas de a bordo y propulsores. De momento, los científicos siguen tomando datos, arañando las últimas horas útiles que le quedan a esta sonda de la NASA de estudio de la tenue atmósfera lunar. Con 383 kilos de masa y el tamaño de una máquina expendedora de bebidas, los trozos de la LADEE se sumarán a los de otras misiones lunares, pero se ha elegido en esta ocasión —dentro de lo que la difícil maniobrabilidad de la nave permite al final de su operación— la cara oculta para evitar el riesgo de dañar los restos de las misiones Apolo. Aparte de la basura espacial, a la Luna no le pasará nada por un choque más (la velocidad de impacto en este caso será de 1.600 metros por segundo), apunta la NASA. Al fin y al cabo, la superficie de ese cuerpo celeste ha soportado infinidad de choques mucho mayores y a más velocidad de meteoritos. “La Luna recibe cada mes, como media, un impacto de un objeto celeste del tamaño de esta sonda”, señalan los responsables de la misión. En el momento final, la nave habrá consumido todo su combustible, sus materiales se recalentarán hasta varios centenares de grados y muchas piezas saldrán despedidas alrededor del cráter de impacto. El choque no será visible desde la Tierra, pero otra nave de la NASA en órbita lunar, la Lunar Reconnaissance Orbiter, intentará fotografiar el lugar en los próximos meses.
No es la primera vez que una nave se destruye en la Luna, e incluso en alguna ocasión se ha elegido una trayectoria de impacto controlado, como la Lunar Prospector. En 1999, esta sonda fue dirigida al final de su misión hacia el cráter Shoemaker, cerca del polo Sur, para intentar ver si se liberaba en el choque vapor de agua de supuestos depósitos de hielo allí. No se detectó tal efecto.
La LADEE fue lanzada el pasado septiembre y se puso en órbita lunar el 6 de octubre. Desde el 10 de noviembre, acercándose hasta 20 kilómetros del suelo y alejándose hasta 150, ha estado tomando medidas de la estructura y composición de la tenue atmósfera allí, tomando más de 700.000 datos. Su final está condicionado al agotamiento del combustible, lo que impide sacarla de la órbita lunar, y tiene que acabar estrellada. “Si sobrevive al eclipse, tendremos casi una semana más de datos científicos tomadas a baja altura antes del impacto”, explicó la semana pasada Rick Elphic, científico jefe de la LADEE. “Para una misión corta como esta, incluso unos pocos días cuentan mucho”. El coste del programa es de 204 millones de euros.
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