Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 20 años, llevaba una doble vida. En apariencia, cursaba una carrera en el elitista Centro Universitario de Estudios Financieros (CUNEF) de Madrid y tenía las mismas aficiones que cualquier otro chico de su edad. Pero, en paralelo y en el más estricto secreto, Francisco Nicolás había iniciado una
precoz carrera delictiva que
le llevó a colarse en los círculos más restringidos del poder político y económico
(pinche aquí para ver el álbum): desde los actos de
coronación de Felipe VI el pasado mes de junio a
reuniones con empresarios del Ibex-35, pasando por desayunos informativos, actos con dirigentes de diferentes partidos y charlas informales en
el palco del Santiago Bernabéu. Ningún control de seguridad se le resistía.
La Policía Nacional puso fin a su aventura este martes tras varias semanas de investigación. Se le acusa de estafar a decenas de personas a las que prometía suculentos negocios gracias a sus supuestos contactos en los escalafones más altos de la Administración, el Gobierno y hasta el CNI. El problema es que todos esos negocios y relaciones sólo eran fruto de su imaginación. Según ha podido saber
El Confidencial, ya ha pasado a disposición judicial.
Se le acusa de falsedad, estafa y usurpación de identidad.
Francisco Nicolás procedía siempre del mismo modo. Según ha podido saber este diario,
se presentaba ante empresarios y dirigentes políticos como un alto cargo bien relacionado de una institución importante. El nombre del organismo no importaba demasiado. Sólo buscaba sorprender a su interlocutor. Así, los agentes sostienen que llegó a identificarse como dirigente del Partido Popular, de la Oficina Económica de la Moncloa, de la propia Vicepresidencia del Gobierno, de los gabinetes de varios ministerios, de las direcciones generales de la Policía y la Guardia Civil y hasta del mando de los servicios de inteligencia.
Francisco Nicolás debió pensar que esas fotografías no eran suficientes para construir un currículum a la altura de sus expectativas. Por ello, para reforzar aún más su engaño,
alquilaba con frecuencia coches de lujo y los usaba para acudir a las citas con sus víctimas. Tras su detención, los agentes encontraron en uno de esos vehículos alquilados un luminoso azul como el que emplean las unidades secretas de las Fuerzas de Seguridad para identificarse en caso de emergencia. Francisco Nicolás lo usaba para saltarse los semáforos en rojo y evitar los atascos.
La investigación aún no ha concluido. Los agentes sospechan que podría haber decenas de particulares y empresas engañadas por este experto impostor. No hacía distinciones. Las pesquisas han permitido averiguar, por ejemplo, que
se puso en contacto con el abogado de la familia Pujol, Cristóbal Martell, y le aseguró que era un enviado del CNI y de la Vicepresidencia del Gobierno. Francisco Nicolás exigió dinero al letrado a cambio de gestiones para mejorar la situación judicial del expresidente de la Generalitat.
Francisco Nicolás debió pensar que esas fotografías no eran suficientes para construir un currículum a la altura de sus expectativas. Por ello, para reforzar aún más su engaño,
alquilaba con frecuencia coches de lujo y los usaba para acudir a las citas con sus víctimas. Tras su detención, los agentes encontraron en uno de esos vehículos alquilados un luminoso azul como el que emplean las unidades secretas de las Fuerzas de Seguridad para identificarse en caso de emergencia. Francisco Nicolás lo usaba para saltarse los semáforos en rojo y evitar los atascos.
La investigación aún no ha concluido. Los agentes sospechan que podría haber decenas de particulares y empresas engañadas por este experto impostor. No hacía distinciones. Las pesquisas han permitido averiguar, por ejemplo, que
se puso en contacto con el abogado de la familia Pujol, Cristóbal Martell, y le aseguró que era un enviado del CNI y de la Vicepresidencia del Gobierno. Francisco Nicolás exigió dinero al letrado a cambio de gestiones para mejorar la situación judicial del expresidente de la Generalitat. Leer noticia completa en
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