Las cenizas de nuestros difuntos, fuente de más de una controversia
“Esparcir las cenizas es algo muy poético, pero a veces la masificación también ha creado sus problemas al respecto”
Se acerca de nuevo el uno de noviembre, festividad de Todos los Santos. Aunque uno no tiene por qué acordarse de los fallecidos solo ese día, es cierto que la cercanía de la fecha hace que se despierte más la memoria de todos. En mi caso personal voy poco al cementerio, pero el uno de noviembre siempre lo visito. Es una costumbre que comencé con mis padres hace muchos años y en la actualidad suelo ir solo. Este año ha surgido la polémica papal relacionada con las cenizas de nuestros difuntos.
¿Qué pasa con las cenizas de nuestros difuntos?
Desde hace algunos años, al menos en el cementerio de Ontinyent que es el que visito más habitualmente, hay una sección de mininichos diseñados para las urnas de las cenizas. Es una manera de que, aunque se haya hecho la cremación, los restos (en este caso reducidos a cenizas) «descansen» en el mismo lugar sagrado que los cuerpos de los que prefirieron la no incineración. La polémica, en este caso, está en lo de siempre, en las prohibiciones, o incluso amenazas, y en querer que se haga algo, sí o sí, sin respetar las decisiones personales de cada cual. En este caso no hablamos de prohibiciones legales; a nadie lo van a sancionar por no hacer lo que ha dicho el papa, pero sí que es cierto que existe una cierta coacción para los que, además de creyentes, son practicantes y temerosos de las normativas y doctrinas de la Iglesia.
En definitiva, lo que parece ser que ha dicho el papa es que las cenizas no deben ser esparcidas, ni divididas, ni conservadas en casa. Todo lo que dice, visto desde la distancia y sin un ánimo especialmente crítico, tiene cierto sentido; no lo voy a negar. Un sentido religioso que es muy respetable (o al menos yo lo respeto), pero creo que al papa le han fallado las formas. No era ahora el momento de ninguna prohibición. Lo que tendría que haber hecho es una serie de recomendaciones para que sus feligreses se fueran adaptando con el tiempo (o no) a los nuevos criterios de la Iglesia, que también ha recordado que sigue prefiriendo el entierro tradicional en lugar de la cremación.
Las cenizas de nuestros difuntos y los problemas de logística
Esparcir las cenizas es algo muy poético, pero a veces la masificación también ha creado sus problemas al respecto. Recuerdo algún caso reciente (¿Benidorm?) en el que se había cogido la costumbre de esparcir las cenizas desde un mirador en concreto y, además, los familiares dejaban algún recordatorio, inscripción, pequeña lápida etc, en el lugar. El ayuntamiento ordenó la retirada de todas esas inscripciones y creo que llegó a prohibir que se siguieran esparciendo cenizas desde ese punto. En otros sitios (Jerez, por ejemplo), hay lugares concretos para esparcir las cenizas y hay que pedir licencia para ello:
en el Cenicero Común 33,65 euros
El documento, cuyo título es Instruccion ad resurgendum cum Christo, que sustituye a uno muy anterior fechado en 1963 dice, entre otras cosas:
« […] no se permite la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos». «En el caso de que el difunto hubiera sido sometido a la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le ha de negar el funeral»
Mi interpretación y opinión
1.- Lo que ya he dicho antes, que tendría que haberse enfocado como una serie de recomendaciones para sus fieles y no una amenaza o una prohibición.
2.- En cuanto a lo que se dice de que «se le ha de negar el funeral», creo que no se ha interpretado correctamente. Habla de que se hubiera hecho la cremación «por razones contrarias a la fe cristiana», por lo que no queda claro si es en todos los casos.
Lo curioso de todo esto es que los grandes beneficiados si se sigue esta norma serían los ayuntamientos que son quienes gestionan el alquiler de los nichos y no la Iglesia. Creo que la Iglesia (igual estoy equivocado) no percibe ingresos por estos conceptos. Si no tiene un beneficio económico, tampoco entiendo las críticas que en ese sentido han habido.
* Ramón Cerdá es autor del blog "El blog de Ramón".
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