En su libro, “El futuro es un país extraño”, afirma que “la causa del hambre no es la escasez, sino la pobreza”. ¿Podría explicarnos esta afirmación?
Esto no lo digo yo, lo dice mucha gente que conoce el tema, lo que no significa que vaya a seguir siendo verdad indefinidamente. En la pobreza actual está claro que la causa es un problemade mal reparto, más que una insuficiencia de producción.
Entonces, ¿qué se ha hecho mal a nivel de políticas de desarrollo agrícola y seguridad alimentaria?
El ejemplo de la India no podría ser más claro. Se apostó por la política de la Revolución Verde que produjo un crecimiento optimista hasta que se vio que el sistema empleado tenía unos costes excesivos en uso de recursos naturales, lo que ha provocado una crisis posterior. Habría que revisar las recetas de crecimiento.
Según el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), presentado en Roma el año pasado, entre 2010 y 2012 ha habido cerca de 870M de personas desnutridas en el mundo. ¿Cómo está afectando la crisis en el aumento del hambre?
Parece que éste ha sido un año de buenas cosechas, pero la línea general es que efectivamente la disminución del hambre es difícil. Se comete el error de medir en términos de calorías y no en términos de calidad de nutrición. Uno de los grandes problemas de la infancia de buena parte del mundo subdesarrollado es la deficiencia de nutrientes fundamentales y se suele olvidar que es fundamental para asegurar su desarrollo intelectual y eso no se recupera. Un adulto puede pasar hambre y superarlo, pero las deficiencias en la alimentación de un niño son irrecuperables.
¿Crees, pues, que es cuestión de voluntad política?
En buena medida es voluntad política, desde luego. La solución contra la pobreza pasaría por dos factores: hay un problema de voluntad política, evidente; hay un problema de recursos, África no tiene recursos para garantizar el salto en la producción alimentaria que necesita, por lo tanto hace falta mantener la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) como un mecanismo básico de redistribución financiera.
Los BRICS (*) han sido durante años el salvavidas de la economía mundial. Ahora sus cifras de crecimiento y sus previsiones no son todo lo buenas que se esperaban. ¿No hay nadie inmune a la crisis?
Hay que tener en cuenta que la crisis de 2007 y 2008 se produjo en un momento en que las instituciones financieras podían especular sin ningún control. Eso no ha acabado. El problema más grave puede presentarse ahora en un plazo inmediato. En estos años optimistas parecía que los BRICS vivían un ascenso que no se iba a detener nunca. Se invirtió mucho y ahora puede haber una crisis, que puede suponer una nueva quiebra y nos puede afectar. En estos momentos parece que los BRICS han dejado de ser aquel paraíso de crecimiento ilimitado.
(*) El concepto BRIC recoge la primera letra de cuatro países: Brasil, Rusia, India y China. Fue creado en 2001 por el economista Goldman Sachs, en base a su previsión de que estas cuatro economías serían las dominantes en el año 2050.
La India con un crecimiento del 10,4% del PIB en 2010 concentra alrededor de 400 millones de pobres, según la ONU. ¿A qué se debe este crecimiento desigual?
La India potenció todos los elementos de progreso industrial. Impulsó un desarrollo que suponía iba a arrastrar un crecimiento general. Evidentemente no ha sido así. Cuando hace un tiempo se sostenían como ejemplos de caminos de crecimiento, el de la India y el de la China, a mí me parecía que había una enorme diferencia: China había invertido mucho en mejorar sus niveles de educación en todas las fases; mientras que la India había potenciado la educación en los niveles superiores, creyendo que la excelencia en los niveles altos es la que va a promover el crecimiento, cuando en realidad lo único que ocurre es que tienes individuos muy bien cualificados que van a emigrar. Parece evidente que la influencia de la educación sobre el crecimiento económico es fundamental en lo que podemos llamar la enseñanza secundaria, que permite aumentar el nivel de educación del conjunto de la población.
Para usted, ¿esto explicaría por qué la India no acaba de despegar?
China ha cometido enormes errores que se pagaron con millones de muertos, pero en un momento determinado potenciaron los niveles educativos y los servicios sociales para las grandes masas. Parece que han conseguido sacar de niveles de pobreza muy profundos a millones de personas. No importa que el PIB por cápita siga siendo teóricamente bajo, ya que los niveles de desigualdad se han podido mejorar, algo que parece no ha sucedido en la India, donde el crecimiento económico ha sido considerable, pero la distribución no ha sido suficiente y existen aún muchos problemas internos.
La India es una sociedad patriarcal en la que la mujer sufre una fuerte discriminación. Sin embrago, parece que la brutal violación de la joven Amanat en diciembre pasado ha abierto las conciencias de la población. ¿Cree que veremos un cambio o todo ha sido fruto de la presión internacional?
No. El tema de la situación de la mujer es un tema sobre el que hay una enorme hipocresía. En la India se puede decir que la mujer está relegada, pero al mismo tiempo tienen mujeres en puestos relevantes. Ahí hay una tremenda hipocresía en lo que podemos llamar una moral formal que habla de la igualdad de derechos, pero sigue habiendo un problema de moralcolectiva real que hace que todo esto esté muy lejos. La prueba es que esta violación que habrá producido unas condenas a muerte, no ha llevado una mayor transparencia. Lo que tendríamos que saber son las cifras de las violaciones que se siguen produciendo y ver si ha influido en ello. Yo tengo mis dudas que el gesto ejemplar de castigar a los culpables de la violación de Amanat cambie nada. Hay un problema más largo y duradero que es el de la educación.
La crisis social que sufrimos ha demostrado que el sistema capitalista es el causante de una desigualdad salvaje que ha llevado al empobrecimiento gradual de los trabajadores y las clases medias ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Esto empezó en los años 70 con la destrucción de los sindicatos con Ronald Reagan y Margaret Tatcher. A partir de ahí se comenzaron a rompe las reglas establecidas. La crisis del 2007-2008 agravó esta situación y sobre todo la trasladó a Europa, donde destruyó rápidamente la red social de protección. Por ahí empezó lo que Krugman denomina la “gran divergencia” que es la diferencia en el reparto de los ingresos, entre los beneficios de los más ricos y los salarios de los más pobres. En España los salarios están disminuyendo y si a eso se le añade el paro es evidente que en estos momentos hay graves problemas de subsistencia.
¿Hay alguna forma de cambiar esta situación?
El problema tiene una raíz política y por tanto la única forma eficaz de cambiarlo sería introduciendo cambios que hicieran que los impuestos sobre beneficios y rentas permitieran al Estado seguir manteniendo servicios sociales, e imponer una situación en que la capacidad de negociación de los trabajadores fuera superior.
Según Joseph Stiglitz, “El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”.
Lo que las estadísticas demuestran es que el sector que se beneficia más de este reparto no es el 1%, sino el 0,01%, pero a grosso modo se puede decir un 1%. El resto, incluyendo la denominada clase media, ha sufrido un bajón tremendo. La responsabilidad de los gobiernos es total, ya que sus políticas han permitido la supresión de las reglas de control. Además, se ha reducido el poder de los sindicatos y la forma cómo se establece el reparto sobre los impuestos.
Para terminar, ¿considera que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades como los políticos nos han hecho creer?
Parece que no. En principio por lo que se refiere al marco europeo. En 2008, cuando empieza la crisis, países como España estaban en una situación que no tenía déficit y además había reducido su carga de endeudamiento. Lo que se produce entonces es que asume una carga brutal de deuda privada, la de los bancos y cajas de ahorro, y esto hace que se produzca una situación de ruina.
El Seis Doble | Fundación Vicente Ferrer
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