Mujeres objeto
¿Cuándo dejaremos de ver a las mujeres como objetos y les otorgamos esa cosa tan extraña que nuestros mayores llamaban respeto?
La marca de moda italiana Moschino ha lanzado al mercado una nueva fragancia para mujer llamada Fresh Couture. Hasta aquí no habría nada anormal. Lo curioso es que el envase se asemeja sospechosamente a una botella limpiacristales. No, no se trata de ninguna broma pesada. Quien sienta curiosidad puede comprobarlo en la página web de la empresa. Quizá es la forma de decir a la mujer que su sitio está limpiando la casa... con una colonia que cuesta 92 euros el frasco de 100 ml. Eso sí. Limpia y coqueta. Me gustaría conocer a quienes realizaron el estudio de mercado. No había visto nada tan elegante desde que Homer Simpson inventó la escopeta para maquillar que usa sobre su propia mujer...
Pero ¿qué se puede esperar de una sociedad en la que un bar busca una camarera que sea guapa y un poco puta? Observen en el vídeo con qué simpatía el tipejo de un famoso programa de Tele5 desnuda y magrea a una joven ante el aplauso enfervorizado del público —y sobre todo de las mujeres ¿periodistas? que los acompañan—. Ignoro qué es lo que aplauden. Llámenme raro. Tampoco se extrañen si un día leen en la prensa que dos de cada diez españoles admiten haber pagado a prostitutas. Y no crea que es un fenómeno genuinamente patrio. No somos originales ni a la hora de despreciar a la mujer. Allende nuestras fronteras no nos van a la zaga. Un equipo de fútbol de la segunda división holandesa, el RKC Waalwijk, tuvo la brillante idea de sustituir a los niños que acompañan a los jugadores al inicio de cada partido por modelos en lencería. Todo un alarde de savoir faire.
Luego vemos en el periódico que un animal golpeó en la cara y en el vientre a su novia embarazada de cuatro meses en presencia de su hijo de dos años y nos hacemos los sorprendidos. ¡Oh Dios mío! ¿Cómo ha podido ocurrir? Nos echamos las manos a la cabeza y no comprendemos qué ha podido fallar. Por supuesto, el juez ha dejado al malnacido en libertad. Con cargos, pero en la calle. Pensamos que por tener un número de teléfono contra la violencia de género hemos solucionado todos los problemas relativos al respeto hacia la mujer. Me cuesta creer que a nuestros mandamases no se les haya ocurrido que para prevenir asesinatos la única solución es invertir en educación. Actitudes como las descritas no ayudan en absoluto. Y no crea que son acciones puntuales. Lo dramático es que es lo habitual. ¿Cuándo dejaremos de ver a las mujeres como objetos y les otorgamos esa cosa tan extraña que nuestros mayores llamaban respeto? ¿O volví a inventar una palabra nueva?
* Diego Gafo es autor del blog "Las cosas de DIEGVS".
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