La calle es un buen escenario para los músicos y artistas callejeros, igual hasta es el mejor escenario. Son un pequeño remanso de paz entre un ir y venir ajetreado, entre prisas...
Comparten su talento a cambio de unas monedas que los transeúntes dejan en sus sombreros, cajas de cartón, platos o fundas de instrumento.
Ponen música de fondo a la vida y se ganan la vida a su manera, ajenos muchas veces a esos corsés sociales que aprietan y ahogan.
Nuestro homenaje a ellos desde estas páginas.
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