Niños y niñas, los más golpeados por las grandes crisis alimentarias de 2016
Los niños menores de cinco años son los primeros en sufrir fisiológicamente las consecuencias del hambre
Más de la mitad de los refugiados sirios son niños y niñas. Muchos han nacido de hecho como refugiados en lugares como Líbano, un país con dificultades crecientes para asegurar su registro y su acceso a educación y sanidad básica. En Nigeria, la recuperación de zonas del estado de Borno al control de Boko Haram ha destapado una crisis nutricional sin precedentes que arroja un saldo de 244.000 niños que podrían morir por desnutrición aguda. En Yemen son 370.000 los que padecen desnutrición aguda. Gran parte de ellos se precipitan en un estado de desnutrición cuando las madres, afectadas por el estrés post-traumático que genera la violencia, ven interrumpida súbitamente su capacidad de amamantar. “La interrupción brusca de la lactancia materna tiene un efecto demoledor sobre los niños menores de seis meses. No están preparados para iniciar otra alimentación repentinamente y pueden caer en desnutrición aguda en muy poco tiempo. Por eso es tan importante la atención específica a madres en periodo de lactancia cuanto hay movimientos masivos de población en guerras o tras un desastre natural. Muchas veces recuperar la capacidad de la madre de amamantar es la única forma de salvar la vida al pequeño”, explica el director técnico de Acción contra el Hambre, Amador Gómez.
Acción contra el Hambre lanzó en el Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre) una campaña que sacaba a la calle, emulando la publicidad de una famosa marca de móviles, imágenes cotidianas del día a día de personas afectadas por el hambre en todo el mundo. Una gran parte estaban protagonizadas por niños. “Oriente Próximo, Sudán del Sur, Nigeria, República Centroafricana, Filipinas… los niños son siempre los primeros impactados por el dolor que provocan los conflictos y los primeros que sufren las consecuencias del hambre que generan las guerras. Cuando pedimos a nuestros equipos que nos envíen fotografías que sirvan como testimonios del hambre casi siempre aparecen en ellas niñas y niños”, asegura la directora de Comunicación y Fundraising de la organización, Carmen Gayo.
2016 ha sido un año convulso, con múltiples conflictos abiertos en distintas zonas del planeta. Las guerras provocan la huida de miles de personas, que huyen con lo puesto y que necesitan alimentarse lejos de sus hogares y sus medios de vida. Las guerras hacen también que las cosechas se abandonen sin recoger, o que los campos no puedan sembrarse, destruyen las redes de suministro de agua, interrumpen mercados y cadenas de producción. La violencia dificulta el acceso de la ayuda humanitaria a los niños, mujeres y hombres que la necesitan.
Los niños menores de cinco años son los primeros en sufrir fisiológicamente las consecuencias del hambre: Tienen mayor necesidad de nutrientes para su crecimiento y desarrollo, pero su masa muscular es muy pequeña, por lo que en caso de ingesta insuficiente el cuerpo agota rápidamente sus reservas situando al niño en una situación de fragilidad nutricional y desnutrición. Por otro lado, el hambre hace que el sistema inmune del niño no funcione correctamente por la falta de nutrientes, favoreciendo la probabilidad de contraer infecciones que erosionarán aún más el estado nutricional del niño. Al final, aparecerá la desnutrición, dando lugar a dos enfermedades características:
Marasmo, donde el niño presenta un déficit extremo de energía por falta de calorías y proteínas, llegando a un excesivo bajo peso y diferentes tipos de infecciones.
Kwashirkor, donde hay falta de proteínas, que se traduce en un fracaso de los órganos vitales del niño aumentando de nuevo el riesgo de infección.
Acción contra el Hambre, con la infancia
Los niños menores de cinco años son objetivo prioritario en el trabajo de Acción contra el Hambre. Los programas de tratamiento de la desnutrición aguda se centran en ellos, los más afectados y a menudo en el resto de programas (p.ej. medios de vida y agua, saneamiento e higiene) se prioriza a las familias con niños como un criterio para determinar la vulnerabilidad de las familias.
Fotografiado en 2016, la campaña
Para hacer visibles las grandes crisis que generan hambre, Acción contra el Hambre ha sacado a la calle escenas cotidianas de estos países y de otros lugares como Sahel, Iraq o Filipinas… con una estética similar a la de la publicidad mundial de una famosa marca de móviles, que durante el último año ha empapelado las principales ciudades del mundo con fotografías de personas anónimas en su vida cotidiana tomadas con un smart phone. Shot In 2016 nos recuerda, con la misma estética y herramientas que el popular teléfono móvil, que existe otro día a día lejos de los selfies, las fotografías divertidas y los espectaculares paisajes. Otras personas anónimas que sufren de forma cotidiana el hambre mostradas a través de imágenes reales también fotografiadas en 2016. Todo ello a través de la web www.shotin2016.org.
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