Nobel para un heredero de Gandhi en la defensa pacífica de los derechos humanos
Siguiendo la tradición de Mahatma Gandhi, Kailash conjuga valentía personal, pacifismo y compromiso con los más débiles
Cada 10 de diciembre, fecha en la que conmemoramos también el Día Internacional de los Derechos Humanos, se produce en Oslo la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz. Este año las personas galardonadas son la joven paquistaní de 17 años, Malala Yousafzai y el activista indio Kailash Satyarthi, por la lucha de ambos contra la opresión de los niños y niñas en el mundo y por el derecho a la educación.
El galardón que ofrece el Comité Noruego del Nobel es seguramente el premio más famoso de los que se conceden en el mundo, pero también uno de los más polémicos. Haber entregado esta distinción a presuntos responsables de crímenes internacionales, a políticos sin apenas trayectoria o a instituciones que no pasaban por su mejor momento de popularidad ha sido duramente criticado, pero sin lugar a dudas la mayor polémica se debe a una omisión. Y es que el líder indio Mahatma Gandhi, paradigma del pacifismo, jamás ganó el Nobel de la Paz, a pesar de haber sido candidato en cinco ocasiones. El error es tan imperdonable que la propia web de los Premio Nobel considera a Gandhi el “ganador ausente”.
El reconocimiento a Kailash Satyarthi, compatriota de Gandhi, no puede reparar la histórica omisión, pero supone el justo premio a su forma de lucha. Porque como el propio Comité Noruego señaló en la concesión del premio, el activista indio, haciendo gala de una gran valentía personal y manteniendo la tradición de Gandhi, ha liderado numerosas protestas y manifestaciones, todas pacíficas, contra la explotación infantil. Concretamente, se estima que su organización, Bachpan Bachao Andolan, ha ayudado a liberar a más de 80.000 niños y niñas de 144 países que estaban en condiciones de esclavitud. Su labor también ha sido fundamental en el desarrollo de importantes convenciones internacionales sobre los derechos del niño. En este sentido, el Convenio 182 de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), que trata de acabar con las peores formas de trabajo infantil, debe mucho al trabajo de Kailash. Desgraciadamente, su país es uno de los seis estados de la OIT que no han ratificado este convenio.
Son muchas las iniciativas en contra de la explotación infantil, además de su propia organización, en las que ha participado Kailash Satyarthi, como la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, cuyo objetivo es movilizar esfuerzos internacionales para proteger y promover el derecho de todos los niños y niñas a recibir una educación gratuita y significativa, estar alejados de la explotación económica y no llevar a cabo trabajos que puedan causar daños en su desarrollo; o GoodWeave International, que ofrece un sistema de acreditación que garantiza que no se ha usado trabajado infantil en la confección de alfombras. Leer noticia completa en eldiario.es.
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