Unidos hasta que la muerte los separó. El matrimonio futbolístico y de amistad entre José María Maguregui y Mauricio Ugartemendia se disolvió ayer por la muerte del primero a los 79 años. Dolor y orgullo en el Athletic por el genial ex león, pura seda con la pelota, que jugó 234 partidos en nueve temporadas en los años cincuenta (una Liga y tres Copas), y fue internacional siete veces. ‘Magu’ tuvo un gran recorrido como técnico, con tres ascensos en el Racing (famoso su equipo de los bigotes), y uno en Celta y Almería. También entrenó a Espanyol, al Atlético de Gil, al Murcia y al Polideportivo Almería.
Resulta imposible referirse a Maguregui sin Mauri y viceversa. Koldo Aguirre, que compartió vestuario y correrías, define a Maguregui como “un jugador que se adelantó a su tiempo”. “Era extraordinario, muy grande y alegre con la pelota. No es que no trabajase, pero no tenía la potencia de Mauri, otro exquisito aunque no se llevase la fama”, explica. Gustaban tanto que hasta el jamonero Joselito bautizó a dos cerdos con sus nombres.
“Se ha ido un Athletic cien por cien”, dice quien le ayudó a despedirse sobre el césped en el último partido de La Catedral. “El Athletic es mi padre y el Almería, mi madre”, decía.
Siempre le acompañaron las muletas por un virus de quirófano que cogió al operarse el menisco de su pierna derecha. Salió con 27 años del Athletic y bajó su rendimiento en Sevilla, Espanyol y Recreativo. Conocido como el entrenador del autobús por sus planteamientos defensivos, cogió vuelo en la caseta del Sestao. “No fue tan de amarrar, pero no iba a la guerra con una escopeta de madera”, le defiende Ondarru. Leer noticia y ver hilo de debate en as.com.