Once médicos de la Fundación Vicente Ferrer visitan en clínicas rurales a las personas más desfavorecidas
Su objetivo es hacer más accesible la atención sanitaria a quienes no pueden permitirse los desplazamientos
Balamma tenía unos dolores articulares muy fuertes que le impedían trabajar en el campo y echar una mano en la sastrería de su hijo. No podía permitirse estar sin trabajar, así que finalmente acudió a la clínica rural de Peravali, donde le visitó gratuitamente el doctor Glory. El diagnóstico fue artritis, el tratamiento unas sencillas pastillas antiinflamatorias. Hoy toca revisión y Balamma, que se encuentra mucho mejor, acude a la visita junto a su marido, Ghouspeera, conductor de tractor y el cual arrastra unos incómodos problemas respiratorios. El doctor lo examina, le mide la tensión y le recomienda con una sonrisa abandonar esos veinte cigarrillos diarios, rebajar la sal y renunciar a la comida picante típica de los platos del estado indio de Andhra Pradesh.
La consulta tiene la puerta abierta de par en par y dentro no están solo Glory y esta pareja de pacientes. Otras personas entran, salen, escuchan y comentan con normalidad lo que está ocurriendo allí dentro. Entre ellas, Ramalakshmi, una mujer que hoy empezará a tomar las mismas pastillas que Balamma porque el dolor articular la ha llevado a interrumpir su trabajo en la construcción. También Bajarappa, que llega un poco nervioso porque no tiene ni empleo ni recursos para pagar la operación de la hernia abdominal que arrastra desde hace medio año. El doctor Glory lo derivará a Bathalapalli, el principal y más grande de los tres hospitales de la Fundación.
Muchas enfermedades, un denominador común
Cada mañana, Glory visita a una quincena de pacientes. La fiebre, a menudo causada por la malaria, es un síntoma habitual, especialmente en la época del monzón. También puede ser indicio de tifus, dengue o procesos víricos varios. Hay otros diagnósticos frecuentes: artritis favorecida por el flúor del agua y la dureza de los trabajos; epilepsia relacionada con la herencia genética y los partos en casa; gastroenteritis ligadas a la contaminación del agua o de la comida; pequeñas heridas, preocupaciones varias y un denominador común: “su principal problema es la pobreza, acaba siendo la causa de muchas de sus enfermedades”, subraya.
Como el doctor Glory, otros diez médicos trabajan en las clínicas rurales de la FVF. Unas instalaciones que complementan a los centros públicos y que tratan de paliar los problemas de acceso a la sanidad que tienen las personas de las comunidades desfavorecidas del estado indio de Andhra Pradesh, repleto de aldeas remotas alejadas decenas de quilómetros de los hospitales. Para quienes no tienen recursos, el coste de dejar de trabajar un día entero para desplazarse a un hospital es demasiado alto.
“Pero aquí el dinero no es importante. El sufrimiento es lo importante”, añade Glory, que reconoce que el suyo es un trabajo vocacional, pues residir en Peravali le supone vivir alejado de su familia. Tampoco el tiempo es demasiado importante: en la consulta no escatima minutos para conocer de cerca a las personas a las que atiende y conversar con ellas. Su trabajo y el de sus diez compañeros va mucho más allá del simple chequeo y la receta médica. Por la tarde algunos continúan visitando en la clínica rural y otros se desplazan.
Glory coge cada día su moto después de comer y visita una de las 140 aldeas con niñas y niños apadrinados del área de referencia de la clínica. Hoy es el turno del pueblo de Yerragudi, donde cerca de 40 pequeños le esperan en la escuela de refuerzo construida por la Fundación. Se presenta, les hace reír, les muestra su fonendo, les recuerda la importancia de asearse y lavarse los dientes, y finalmente los revisa uno por uno para chequear su estado general de salud y descartar o atajar a tiempo cualquier problema grave. “Como no podemos llevar a nuestros hijos a revisiones habitualmente, es muy bueno que el doctor los visite aquí”, comenta Govindu, padre de una de las niñas.
Una red rural coordinada
Sin embargo, aún continúan habiendo muchas aldeas alejadas de las clínicas y los médicos no pueden visitar a todas las personas de los colectivos más vulnerables. Por ese motivo es muy importante la coordinación con otra de las piezas clave en la red de salud rural de la Fundación: un millar de trabajadoras sanitarias que promueven la salud in situ en las aldeas y que están capacitadas para identificar casos que han de ser derivados a centros sanitarios. Entre todos potencian la equidad del sistema sanitario en la India rural.
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