Partitocratia delenda est

Jueves, 4 de abril de 2013 | e6d.es
• Las cúpulas de unos partidos políticos autoritarios y opacos acumulan todo el poder

Tras regresar de su viaje en misión de arbitrio a Cartago, el romano Catón el Viejo se convenció de que la gran prosperidad que había contemplado en la ciudad rival era una amenaza para Roma. Terminaba todos sus discursos advirtiendo a sus compatriotas del peligro, y la necesidad de conjurarlo, con la conocida frase “Delenda est Carthago” (“Cartago debe ser destruida”) o bien “Ceterum censeo Carthaginem esse delendam” (“Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida”).
Los españoles deberíamos terminar nuestros discursos, escritos o conversaciones privadas con la frase “Partitocratia delenda est” o lo que es lo mismo “la partitocracia debe ser destruida”.
Así es. Pacífica y democráticamente, debemos reformar el actual sistema, atiborrado de corrupción, despilfarro e ineficiencias, y sustituir a los partidos políticos dominantes.
El sistema político que sufrimos es, en efecto, una partitocracia. Las cúpulas de unos partidos políticos autoritarios y opacos acumulan todo el poder. No hay elecciones primarias. Las cúpulas deciden quiénes van en las listas - cerradas. Después a los legisladores electos les impondrán la disciplina de partido, para orientar su voto. Estos partidos políticos, hipertrofiados, se han expandido por todos los rincones. Desde las cajas arruinadas, cuyos responsables, en vez de estar a la sombra o en el banquillo, gozan de pensiones millonarias, a los tribunales. Si fueran excelsos, esto no sería necesariamente malo. Pero esta casta política ya ha demostrado con creces, a estas alturas del partido, su inepcia, avaricia y estrechez de miras. Han quedado patentes, junto a sus privilegios, su desvergüenza o su falta de patriotismo.
El problema no es que un “golfo” -en palabras de Óscar López- fuera el director de la Fundación Ideas, y que él o su mujer hayan cobrado 50.000 euros a través de una autora inventada. El problema es que una fundación subvenida con dinero público pueda pagar, sin que salten las alarmas, 3.000 euros por un artículo, cuando hay periodistas de primera línea que cobran 100. Es, por tanto, un fallo del sistema.
El escándalo no es que en el PP se haya colado un presunto corrupto. El escándalo es que Bárcenas fue tesorero y gerente del partido durante tres décadas. Y que tampoco saltó ninguna alarma, interna o externa. Si se confirma que no ha ganado honradamente los 22 millones que tenía en Suiza, los sucesivos dirigentes del PP han sido sus cómplices o enormemente negligentes.
El autor de este texto es Ricardo Carreras. Leer artículo completo y ver hilo de debate en lavozlibre.com.