Cuando escucho a los aficionados hablar sobre la falta de neutralidad de los árbitros, alucino. Dicen que deben ser neutrales y que con sus errores pueden provocar que un equipo descienda o pierda sus opciones de conseguir un título, por ejemplo. Por supuesto, se olvidan de estas quejas cuando los errores son a favor de su equipo.
Pero volvamos a lo anterior: la neutralidad. Claro que deben ser neutrales, es decir, no favorecer o perjudicar a un equipo de forma consciente y voluntaria. Pero el error va a estar presente. Es imposible que no lo esté. El hecho de que deban ser neutrales no elimina su condición de seres humanos, no omnipotentes. Y el hecho de que sus errores puedan tener mayor o menor trascendencia no hace que empiecen a estar dotados con superpoderes. Es como si a mí me exigieran en mi trabajo que fuese capaz de visualizar y recordar las matrículas de 300 coches que pasan en una hora por delante de mí. Por mucho que me pagasen, es imposible que yo pudiera recordarlas todas. Y, aunque me sancionaran cada vez que me equivocara y pusieran a otra persona en mi lugar, ninguno de mis sustitutos lograría alcanzar el objetivo. Unos se equivocarían más y otros menos, pero completar el reto sin error sería imposible. Irían pasando unos seres humanos detrás de otros y todos serían sancionados.
En el caso de las matrículas, si llegase un ser humano que recordara el 90%, todo el mundo lo aplaudiría. En el caso de los árbitros, no. Si aciertan en todas sus decisiones menos una o dos, lo que se resalta es lo que se ha hecho mal, no el resto. Es algo digno de estudio. Además, los aficionados se creen que como se ve en televisión, con repeticiones a cámara lenta, es como se aprecia en el terreno de juego. Y hay gente que se indigna con el error y se pregunta cómo es posible que haya podido ocurrir. Sin duda, les pasa eso porque nunca han arbitrado (o lo han hecho muy poco y en partidos en los que no se dio ninguna jugada complicada). Dejo para otro artículo el caso de los supuestos periodistas que se comportan como aficionados fanáticos.