Pérez-Reverte: “El Quijote se fue de las aulas por culpa de generaciones de ministros analfabetos”
“No es solamente un libro bellamente escrito y un clásico de nuestra lengua, sino una escuela de filosofía, de ética, de lealtad, de honradez, de imaginación. Es un ejemplo”
Con esta justa indignación en mente, enfrentó el encargo de adaptar el original de Miguel de Cervantes «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha» a una versión popular, publicada por la Real Academia Española (RAE) junto a Santillana para celebrar su tricentenario y presentada ayer en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, Jalisco. «Esta edición lo que intenta es precisamente que el Quijote sea asequible para un escolar normal», dice Pérez Reverte.
Se trata, como recuerda en su prólogo Darío Villanueva, secretario de la RAE, y recalca Pérez-Reverte, de un viejo compromiso que la Academia tenía pendiente desde hace más de un siglo, pues una Real Orden de 12 de octubre de 1912 le encargaba «la dirección de dos ediciones del Quijote, una de carácter popular y escolar y otra crítica y erudita». La segunda la cumplieron en 2004, con la edición anotada por el académico y especialista Francisco Rico.
Para la primera, la idea fundamental de Pérez-Reverte fue eliminar las digresiones para dejar íntegra la historia de don Quijote y Sancho Panza. «En los colegios normalmente se utilizan antologías, trozos más o menos largos de la novela, porque el problema fundamental está en que el Quijote completo para uso escolar es difícil de manejar. Tiene varios cuentos e interpolaciones hechas por Cervantes que complican la trama y se alejan de la peripecia de don Quijote y Sancho. Lo que decidimos fue eliminar todo aquello que no tiene que ver directamente con la historia de los dos protagonistas». De esta forma, resume, «le hemos dado al profesor una herramienta educativa mucho más asequible y amena para jóvenes, sobre todo porque cuando uno lo lee, está leyendo realmente el Quijote, no pedazos».
El reto fundamental, relata el académico, era «cómo coser esos cortes para que el lector no se diera cuenta en qué momento se habían hecho». Para hilar esas costuras, Pérez-Reverte decidió utilizar palabras sacadas del propio Miguel de Cervantes, «no más de cien», con la divisa de modificar el original lo menos posible. «Fue muy divertido», confiesa Pérez-Reverte, «pero claro, meterte con Cervantes impone mucho respeto. Lo hice con mucho cuidado y con mucha humildad». Su asistente en este trabajo de más de un año, el técnico filólogo de la RAE Carlos Domínguez, encargado de la revisión, corrobora hasta qué punto se cumplió el objetivo: «Al desaparecer esas historias intercaladas, ni yo mismo, en pruebas sucesivas, reconocía dónde había desaparecido tal texto. Fluía perfectamente toda la historia como si nada faltase». La autora de este texto es Yaiza Santos. Leer noticia completa y ver hilo de debate en abc.es.
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