“Disculpe, ¿es usted el doctor Praveen?” –pregunto. “Encantado, dame 20 minutos que aún no he terminado”- responde cortés. Y no es de extrañar. Durante los cuatro días a la semana en que pasa consulta, unas 400 personas desfilan por su ojo clínico y sus manos expertas. Praveen Kumar, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología nació hace 31 años en el distrito de Jammalamadugu, a solo 120 kilómetros del Hospital de Bathalapalli. Persiguiendo su sueño de la infancia, se fue a Tirupati -ciudad universitaria del estado de Andhra Pradesh- para convertirse en médico. Ahora, dolores de espalda, infecciones, malformaciones congénitas, parálisis cerebral, traumatismos por accidentes o deformaciones en extremidades ocupan su día a día en la Unidad de Traumatología que dirige.
En noviembre acudiste a un Congreso Internacional de Traumatología en Río de Janeiro (Brasil) donde presentaste la ponencia “Infecciones en implantes ortopédicos en pacientes con VIH”. ¿Por qué es mayor el riesgo de infección en estos pacientes?
El riesgo de infección es mayor porque su sistema inmune está debilitado y en una intervención quirúrgica, como por ejemplo un implante, el cuerpo se expone a agentes contaminantes. En el Hospital de Batalhapalli he operado a unos 60 pacientes seropositivos desde 2012 y, cumpliendo estrictamente con el protocolo, el riesgo de infección para el paciente es muy bajo, aproximadamente del 1%.
Cuando los pacientes se presentan con una fractura o malformación, ¿son siempre conscientes de que viven con VIH?
Solo el 50% estaba previamente bajo tratamiento. Todos los pacientes llegan a quirófano con un análisis de sangre en su preoperatorio, y es ahí donde los que no se sabían portadores, son diagnosticados. En este caso, les ponemos en contacto con la Unidad del Hospital de VIH.
Si los pacientes con VIH se exponen a algún tipo de contaminación durante su proceso de curación sus posibilidades de infectarse aumentan hasta en un 42%. ¿Qué medidas toman para evitarlo?
Seguimos un protocolo muy estricto para evitar infecciones. Todo el quirófano se desinfecta, incluyendo el personal sanitario. Tenemos especial cuidado con la esterilización del instrumental de quirófano y con el material ortopédico como las fijaciones, los tornillos y placas.
¿Qué factores aumentan el riesgo de infección?
Por lo general, las operaciones duran entre una y dos horas. Si la operación dura más aumentan los problemas y complicaciones infecciosas. Por otro lado, el riesgo de infección es mayor si se trata de cirugías abiertas o si se pierde mucha sangre. Realizar una disección limpia ayuda a evitar infecciones. El panorama está cambiando y, si la operación se realiza cumpliendo el protocolo, el riesgo de infección es el mismo en pacientes seropositivos que en pacientes que no lo son.
¿Y cómo se evitan las infecciones durante el período de recuperación?
Los pacientes se quedan ingresados en observación en alguna de las 14 camas de la Unidad para evitar infecciones en su casa. Después revisamos el estado de la cicatriz y valoramos si está suficientemente bien cerrada o incluso si requiere una segunda intervención. Si los pacientes viven cerca del hospital se quedan ingresados durante seis días. Así, si tienen algún problema pueden venir inmediatamente. Si viven lejos, la cirugía ha sido grande y necesitan mucha observación se quedan por lo menos 10 días.
¿Existe un estigma a la hora de tratar a pacientes seropositivos?
Yo ya había operado a pacientes con VIH durante mi especialización en la universidad pero no fue hasta que comencé a trabajar en el hospital de la Fundación que tomé consciencia del rechazo que sufren. Los pacientes con VIH no eran tratados en otros hospitales por un doble riesgo de infección: del paciente y de las personas que operan. He encontrado pacientes con VIH que han acudido a la consulta con fracturas producidas un año atrás. Otros motivos de estigmatización social son la superstición y la ignorancia sobre ciertas enfermedades. Algunas personas, sobre todo de las zonas rurales, creen que se trata de un castigo de los dioses y además desconocen las formas de transmisión del virus.
Operar o no operar, esa es la cuestión.
Una vez que hemos examinado al paciente valoramos los riesgos y beneficios de la operación, nos planteamos cómo va a cambiar la intervención su estilo de vida y según las posibles complicaciones que pueda conllevar, decidimos. Sobre todo tenemos en cuenta factores como la edad y el estado de salud. Por ejemplo, en pacientes con VIH tenemos muy en cuenta las contraindicaciones, pues aquellos con otros síntomas asociados tienen un mayor riesgo de infección durante el postoperatorio.
¿Cuál es el mayor reto de la Unidad de Traumatología cuando tratan a un paciente con alguna enfermedad infecciosa?
Nuestro mayor reto es realizar segundas intervenciones quirúrgicas. Todos los días llegan pacientes operados en otros hospitales que presentan infecciones o fallos en el implante y reabrir la herida requiere una importante valoración médica. Si la primera operación se ha infectado, la segunda puede entrañar un riesgo aún mayor. Por eso, tenemos que hacerles entender el riesgo que entraña.
¿Qué destacarías de tu trabajo?
La educación, incluso en el área de salud, es lo más importante. Me gusta hacer especial hincapié en la parte de educación y concienciación a los pacientes. Una vez operados les explicamos la importancia de venir a una revisión mensual durante un tiempo determinado según la gravedad de la intervención. En una cultura supersticiosa y rural la concienciación es tan importante como el tratamiento.
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