Raúl Tamudo... quizá una de las últimas perlas del fútbol premoderno, diferente al actual que ahora nos gobierna. Imagen imborrable del Espanyol. Equipo en el que estuvo desde 1996, y pese a que probó cesiones en Vitoria y Lleida, fue en el equipo humilde de Barcelona donde se consagró como una de las estrellas de la Liga. Nunca jugó en un grande. Él se construyó su nombre desde un conjunto humilde. Fue derribando muros, a base de goles, de trabajo, de esfuerzo. Desde joven atesoró ese olfato de gol, capaz de estar en el momento adecuado, de ejecutar la acción precisa para poder perforar la portería contraria. Y le sumó inteligencia, picardía, talento. Inolvidable fue el tanto que decantó la Copa del Rey del año 2000 frente al Atlético de Madrid. Tamudo, astutamente esperó a que Toni, portero rojiblanco, dejase el balón al disponerse a sacar, apareció por su espalda e hizo el primer tanto victorioso. Ese verano, obtendría la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sydney con el equipo español, y en un choque en la final contra su futuro compañero Kameni, caería lesionado. En Glasgow ya le esperaban ansiosos, conscientes de su potencial, pero el médico de Rangers, consideró que la lesión no tenía buena pinta y desestimó el fichaje. Tamudo que se había marchado llorando, pero dispuesto a aceptar por la necesidad del Espanyol de vender, sonreía gustoso.
Los años demostraron que no estaba lesionado. Ganó su segunda Copa del Rey en 2006 (también abriendo el marcador) y llegó a la final de la Copa de la UEFA en 2007. Con el Espanyol se convirtió en su máximo goleador y el jugador que más partidos había disputado. Por supuesto hubo temporadas de sufrimiento. De pelear por la permanencia. Tamudo saboreó y contribuyó a que terminasen de manera satisfactoria Aunque, finalmente, peleas con entrenadores y directiva emponzoñaron su salida en 2010. Se iba ese hombre record, que además pasará a la historia por ser el único capaz de jugar en Sarriá, Montjuic y El Prat defendiendo la camiseta perica.
Aún tuvo tiempo de hacer grandes cosas. Primero en San Sebastián, donde estuvo un año y anotó siete tantos. Después en Vallecas, donde de nuevo, un gol suyo ante el Granada en el tiempo añadido salvaba al Rayo Vallecano del descenso y convertía de nuevo a Tamudo en ídolo. Tras el Rayo, pasó un breve periodo por el Pachuca mexicano, antes de regresar en enero a Vallecas. Actualmente, apura sus últimos destellos en las fila del Sabadell en Segunda. Además de sus anotaciones ligueras, Tamudo también se ganó un hueco con la Selección. Fueron apariciones esporádicas, sin ninguna presencia en una Fase Final, pero Tamudo acumuló 13 internacionalidades, anotando cinco goles. Cuatro de ellos fueron en partidos amistosos, pero el quinto fue en plena fase de clasificación a la Eurocopa 2008 abriendo el marcador en AArhus en un duelo decisivo en Dinamarca, tras un mal inicio del equipo de Luis Aragonés. Desde ese momento, la Selección comenzó a crecer hasta su ciclo más glorioso. El autor de este texto es Gonzalo Mazarrasa. Leer artículo completo y ver hilo de debate en
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