Del tamaño de un grano de arroz y rodeados de vidrio bioactivo, los microchips de identificación por radiofrecuencia se emplean ya para abrir puertas y encender teléfonos inteligentes. Muy pronto podrían aparecer nuevas aplicaciones ya que este nuevo sistema seduce a una clientela cada vez más variada
Pero estos chips no solo pueden servir para identificar a su usuario, según Sandro Carrara, “también pueden ser útiles en la oncología; con ellos podemos medir los medicamentos anticáncer que deben ingerir los pacientes. Podemos controlar las dosis de una manera mucho más eficaz y correcta”.
La Escuela Politécnica Federal de Lausana ya trabaja en un microchip de identificación por radiofrecuencia capaz de hacer, por ejemplo, un seguimiento de las moléculas de colesterol.
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