El pasado lunes, la policía marroquí atacó los campamentos que los subsaharianos tienen esparcidos desde Segangan hasta Marihuari, sembrando de sangre, terror y caos los bosques colindantes a la frontera con Melilla. No es el primero en las últimas semanas, pero sí el más sangriento. Según denuncian algunos de los supervivientes, a través del diario
eltelegrama, son varios los muertos y heridos de gravedad a consecuencia de la acción de las fuerzas represoras al servicio de la dictadura marroquí.
Según cuenta dicho medio, el domingo por la tarde una veintena de furgonetas blindadas de las Fuerzas de Seguridad marroquíes –similares a las que en España utiliza la Unidad de intervención Policial (UIP)- aparecían apostadas en Farhana y los todoterreno Hummer H1 del Ejército alauí empezaban a hacer rondas por la carretera que va desde el Cabo Tres Forcas hasta el Gurugú. Tras el salto, que tuvo lugar entorno a las 05:00 de la madrugada, Policía y Ejército marroquí pasaron a la acción. El lunes, al amanecer, en el cruce entre Beni Enzar y la carretera que va hacia Farhana aparecía tirado en el suelo Abderrahaman, un joven de 25 años, natural de Mali, que se arrastraba por el suelo con el cuerpo lleno de heridas y la cara llena de sangre que brotaba de su cabeza. No podía andar, le habían roto las piernas a golpes. Tenía una torta de pan y un batido que le habían dado unos jóvenes por caridad, pero aseguraba que nadie se acercaba a socorrerle porque “
tienen miedo de que les pase algo a ellos también”.
El joven inmigrante denunciaba así el ataque fascista de los cuerpos y fuerzas de seguridad de la dictadura alauita. Según su testimonio, habría varios muertos y un importante número de personas heridas de gravedad. “
Nos han matado a palos. Han venido durante la noche y por la mañana y nos han pegado hasta partirnos los huesos. Se han llevado a algunos a Oujda pero a otros nos han dejado muriéndonos en los bosques”, cuenta aterrorizado.
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