Un minuto de silencio – Ramallets, el portero sin guantes que saltaba como un gato
“Nos ha dejado un mito”
Fue el primer gran arquero tras la retirada de Zamora. Creció escuchando la Oda a Platko, el célebre poema que el gaditano Rafael Albertí le dedicara al portero húngaro. Llegó a la portería del Barça por accidente. Soportó y ganó el juicio sumarísimo de la exigente grada azulgrana, especialmente puntillosa con los porteros, algo que solo lograron superar grandes como Zubizarreta o Valdés.
Antoni Ramallets i Simón (Barcelona, 1924) falleció a la edad de 89 años. Comenzó a defender la portería del Barça cuando todavía no se usaban guantes. Solo se mojaba un poco las manos para que luego le quedaran húmedas y atrapar así mejor el balón. Asumía la responsabilidad y destacaba por su velocidad y por sus reflejos. Un problema en la retina de Juan Velasco, el titular, le dio a Ramallets la oportunidad que esperaba.
Durante 15 años recibió dos premios Zamora, los que se conceden al portero menos goleado de la Liga. Hubieran sido cinco los galardones de no ser porque el galardón se instituyó en la temporada 1958-1959. Fue homenajeado por el Camp Nou en su último partido. Ese día el Barça le ganó al Hamburgo por 5-1 y Ramallets fue, otra vez, el guardameta sin guantes.
En su juventud militó en el Racing de Guinardó. Hizo su debut en Primera División en el C.E. Europa. Antes de llegar a Les Corts en 1947 pasó por el Mallorca y el Valladolid, equipo al que también entrenó.
Ramallets compatibilizó su trayectoria como portero del Barcelona con la de actor en algunas películas como Once pares de botas y Los ases buscan la Paz. Cuando Víctor Valdés consiguió su quinto premio Zamora, Ramallets, junto a otro destacado portero blaugrana, Salvador Sadurní, visitaron al de L’Hospitalet para felicitarle. En los registros de los fotógrafos de aquel encuentro se comprueba una complicidad especial entre los guardametas. Sonrisas y miradas entre quienes conocen lo difícil y tortuoso que tiene el puesto en un equipo como el Barcelona. “Nos dio la razón a los que creíamos en él”, expresó Antoni. “Él y Ramallets son los mejores de la historia del club”, agregó Sadurní.
Ramallets y Valdés, el primer gran arquero y el último. El de las grandes campañas y el de las grandes finales. Pasaron 55 años entre uno y otro. Valdés, tras enterarse de la muerte de Ramallets, expresó su dolor con un mensaje a través de las redes sociales: “Acompaño en el sentimiento a toda la familia de mi buen amigo Antonio Ramallets. Para siempre en mi corazón. Descansa en paz, Portero”.
Andoni Zubizarreta, exportero y director deportivo del Barcelona, expresó su pesar. “Se va un referente histórico del fútbol y de la portería. Los que le hemos conocido sabíamos que era un hombre cariñoso”. Sandro Rosell, el presidente del club, resumió: “Hoy es un día muy triste para todo el barcelonismo. Nos ha dejado un mito. Su figura ha sido admirada por generaciones de culés y ha sido siempre un referente para nuestros jugadores”. Los autores de este texto son Luis Martín y Sebastián Garavelli. Leer noticia completa en elpais.com.
La anécdota
A los 89 años murió ayer, justo cuando se cumplían 83 años del fallecimiento de Joan Gamper, Antonio Ramallets Simón, uno de los mejores porteros de la historia del fútbol. Símbolo del barcelonismo y leyenda de una época en la que los porteros jugaban sin guantes. De hecho, en la época de Ramallets, los guardametas empezaron a utilizarlos, pero él, tozudo y orgulloso como fue hasta el último día de su vida, se resistió a ello.
"El día del España-Inglaterra en Maracaná, el día del gol de Zarra, Williams, el portero inglés vino a buscarme para cambiar los guantes y yo le dije que no usaba de eso, las pelotas no eran tan ligeras como ahora y se cogían mejor", explicaba no hace mucho en una de sus últimas entrevistas.
Ramallets se convirtió en un mito por sus números, pero también por su carisma. Los porteros, siempre llamaron la atención del espectador, pero lo de Ramallets, adornado por un estupendo porte físico que le convirtió en uno de los iconos de la guapura para la época, fue más propio de una estrella de cine que de un deportista. El autor de este texto es Santi Giménez. Leer artículo completo en as.com.
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