• Las fuerzas policiales en varias ciudades de EEUU ya aplican tecnologías diseñadas para predecir crímenes
El término «predicción de crimen» conjura, sin duda, imágenes propias de un mundo como el de Minority Report, donde la policía confiaba en la clarividencia de tres precogs capaces de ver el futuro y todos los crímenes que tendrán lugar en él. La policía entonces sólo tenía que detener a los criminales antes de que éstos lo fueran y, con ello, conseguían reducir el crimen en un 99.9%. Aquello era una ficción fruto de la fértil mente de Philip K. Dick y la adaptación de ésta para el cine a manos del no menos genial Steven Spielberg. Pero, en una versión con menos fantasía y mucha más tecnología, la predicción del crimen es ya una realidad en EEUU. Gracias al simultáneo abaratamiento y aumento en potencia de la computación y también a la creación sistemática de gigantescas bases de datos trufadas de detalles históricos sobre el crimen, hoy nos encontramos ante una tecnología que, encajando a la perfección con la tercera ley de Arthur C. Clarke, es suficientemente avanzada para parecernos magia. La predicción policial se basa en la idea de que es posible, mediante sofisticados análisis computerizados de crímenes pasados, predecir dónde y cuándo ocurrirán crímenes en el futuro. El sistema que más fama tiene se licencia bajo el nombre de Predpol y se encuentra instalado en más de media docena de ciudades norteamericanas. La primera en ensayarlo fue Los Ángeles donde, a los pocos meses de su despliegue en 2012, la zona de prueba -Foothill- vio una reducción del 9% en los delitos a la propiedad, mientras que en el resto de los barrios el crimen se mantenía casi igual. Una diferencia que el Capitán de la policía de Los Ángeles atribuyó en entrevista a NBC News, en buena medida, al uso de Predpol. Su funcionamiento es simple: al principio del turno, cada agente recibe un mapa que corresponde a su zona de patrulla asignada, en él hay marcadas una o más casillas que equivalen a áreas de 150 por 150 metros. El agente debe aprovechar el tiempo que no destine a responder a llamadas concretas a patrullar, en especial, esa casilla. Allí es donde el algoritmo predice que se producirá el crimen. El criminal, si decide aparecer en el lugar y a la hora convenidas, habrá demostrado que la conducta de las personas puede describirse usando los mismos principios con los que los sismólogos predicen las réplicas a los terremotos tan comunes también en esa zona del mundo. El uso de métodos de la sismología para medir la probabilidad del comportamiento humano, aunque pueda sonar a ciencia ficción o, al menos, a ciencia futurista, la verdad es que se basa en conocimiento con décadas de antigüedad. La clave para la predicción es que ciertos crímenes como pequeños hurtos, robo de automóviles o robos del contenido de éstos, dependen de la localización y la oportunidad. Mecanismos como el de Predpol no evitarán un atraco planeado durante meses contra una sucursal bancaria; los algoritmos se ocupan de algo harto más mundano y fruto de la inmediatez. Si alguien consigue hacerse con un pequeño botín entrando en una casa en un barrio determinado, es muy probable que el éxito le anime a intentarlo nuevamente en la misma zona pronto. En un mismo barrio es probable que los mismos fallos en seguridad se repitan en más de un hogar o tal vez la escasa presencia policial, la mala iluminación de la vía pública o la oportuna complejidad de un entramado de callejones ideal para escapar sean las variables decisivas. La oportunidad para el crimen es algo que los delincuentes deben aprender a reconocer rápido y muchas veces ésta provoca pequeños brotes de actividad criminal, como si se tratara de un virus. Esto es algo que los sociólogos y criminólogos saben desde hace mucho tiempo y que ahora, gracias al masivo poder de la computación y el gigantesco tamaño de las bases de datos electrónicas, los académicos han conseguido transformar en alimento para el Big Data. Leer noticia completa en elmundo.es.