Vivimos rodeados de indecentes
Somos felices si nuestro equipo de fútbol gana, y si el país se va al carajo, ¿a quién le importa?
Vivimos rodeados de indecentes. Da igual donde mire usted. Siempre hay alguien que le sorprende por su desfachatez. El último caso —a estas alturas será el penúltimo— lo han protagonizado sus señorías. Los diputados —y diputadas insisten en decir los posmodernos trasnochados— disfrutan de una curiosa prebenda. Percibir una indemnización por cese cuando dejan de ser diputados y carezcan de ingresos particulares. La ayuda es de 2813,87 euros brutos por cada año de mandato parlamentario. En esta ocasión se han acogido a esta ayuda nada menos que 64 diputados. Hay veces que pienso que es mejor que las puertas giratorias sean obligatorias, así por lo menos se evitan al erario público estas cantidades indecentes. ¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!
Entre estos privilegiados indecentes se encuentra doña Ana Mato, exdiputada y exministra de Sanidad. En total, la señora Mato percibirá 19 mensualidades, lo que hacen un total de 53.500 de euros. Calderilla. Supongo que doña Ana estará plenamente implicada en la búsqueda activa de empleo. Esa misma implicación que se exige a todos los ciudadanos de a pie para poder acceder al Plan Prepara. Esta ayuda del Gobierno que da derecho a percibir la indecente cantidad de 400 euros mensuales. No pasen por alto un detalle sin importancia. La señora Mato tuvo que dimitir el pasado 13 de enero porque el juez de la Audiencia Nacional la consideró partícipe a título lucrativo del caso Gürtel. No es algo baladí.
Y ¿de qué me sorprendo? Vivimos en un país donde incluso los Reyes, supuestamente, han apoyado a López Madrid, que está siendo investigado por financiar ilegalmente al Partido Popular. Y ¿qué se hace al respecto? Desde el Ministro de Interior se pide buscar al responsable de la filtración, en lugar de confirmar que la Casa Real pueda estar amparando a corruptos. Y lo más grave es que la sociedad sigue empeñada en no querer ver a estos indecentes. Se conforman con el soma que nos dispensa papá Estado. Somos felices si nuestro equipo de fútbol gana, y si el país se va al carajo, ¿a quién le importa?
* Diego Gafo es autor del blog "Las cosas de DIEGVS".
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