Aequo animo | Las elecciones, una cuestión de pelotas
"Politicuchos, necesito que me doréis la píldora y oíros que digáis que los ciudadanos somos imprescindibles"
Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión; eso dicen... No obstante, para mí, hay un día que los supera de largo, o más bien días, en concreto el periodo de campaña de cualquier elección política. Hoy empiezan las elecciones municipales y ya he tenido mi primer orgasmo al ver en las calles los carteles con vuestras caras de angelitos y angelitas, sonriendo de oreja a oreja, pidiéndonos el voto. Por cierto, ayer me partí de risa cuando leí en este diario que en los pósters de políticos debería sustituirse el "Vota" por el "Se busca". Los hay con mala leche.
No hay mayor deleite que veros estos días haciéndome la pelota. No hace falta ni pedíroslo, va en vuestros genes sonreír, repartir besos, apretones de manos, abrazos... Da satisfacción veros cada dos años en la calle con esos culos achatados como panderos de tanto 'sillon-bol' de despacho. Os da el aire y os volvéis humanitarios, dóciles, comprensivos, afectuosos, simpáticos...
Voy a pasarme días enteros en el mercado porque necesito que me doréis la píldora y oíros que digáis que los ciudadanos somos imprescindibles y que no se conseguiría nada sin nosotros.
No va a fallar ese caramelito envuelto en celofán con el logo del partido, el mechero, el bolígrafo de plástico o el globito, como tampoco fallará que nos dejéis en el buzón cada día, al igual que las ofertas del lomo de cerdo o del papel higiénico, esos folletos a todo color con las promesas que luego os pasáis por el arco de triunfo.
Y no olvidemos el gustazo que me dan esos coches y furgonetas envueltos con carteles pidiendo el voto y con un megáfono en el techo, a veces hasta dos, por el que salen vuestras voces pidiéndonos confianza y dándonos garantía, con un oficio sólo comparable al melonero del Tomelloso cuando vocea eso de "Señora, melones del Tomelloso, señora... Más dulces que el caramelo, señora".
Quince días haciéndome la pelota es uno de esos grandes placeres que a veces la vida te regala. Después ya es otro cantar porque, como aseguró Nietzsche, la política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres y lo único que vais a hacer es tocarme las pelotas.
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