Toda la trama – advierte Lavaudant – gira en torno a que el niño no se quiere purgar. Sebastián, el fabricante, dice que hace vasijas y piezas bonitas, pero en realidad fabrica orinales. Feydeau es maestro en concentrar todo alrededor de un solo tema. Contado así es una tontería y te das cuenta que a partir de algo tan nimio todo se centra en lo minucioso del lenguaje, en las réplicas, en el juego de palabras, en los malentendidos o sea todo lo que se puede hacer a través del lenguaje y pone en marcha una máquina infernal que destroza todo.
Àgora Carcaixent