La verdad es que estoy más tranquilo desde que el BOE publicó poco menos que la existencia de Dios. Ya ves, no hacían falta ni concilios ni congresos científicos aunque creo que esta vez con eso del “look retro” se han pasado dándole a la máquina del tiempo. Es sabido que España ha sido desde los tiempos de Mariacastaña el “paladín de la auténtica fe” o que durante siglos se llevaba aquello de “Santiago y cierra España” y hala a repartir mamporros al infiel. Y si no preguntemos en Iberoamérica, Flandes o en las galeras de Lepanto sobre el empecinamiento que nos llevábamos con eso de la Religión y hacer las pascuas al indio, el protestante, el turco o el infiel que se tercie. Así nos lució el pelo. Mejor no volver a aquellos tiempos en los que al paso de la cruz temblaban las gentes, verdad?.
Pues bien, la lectura de la publicación cómico-ficticia llamada BOE, de vez en cuando, nos dice que la moda del confesionalismo estatal se va a llevar en la temporada siguiente. Si no, ya me contareis como es que mientras estábamos todos en aquello del #DEN (Debate sobre el Estado de la Nación, en moderno) y aprovechando que nadie miraba, el Boletín se convirtió en una especie de hoja parroquial, sección catecismo, para contarnos el contenido de la asignatura que nos ha preparado el aspirante a Fray Bartolomé de las Casas, Monseñor Wert (aunque visto el percal temo que se quede en un Tomás de Torquemada cualquiera).
Se me cayeron los palos del sombrajo al leer, en pleno siglo XXI, perlas como enseñar que las personas no podrán ser felices por sí mismas. Como si no supiésemos que con las “ideicas” que se gasta este gobierno (y cualquier otro desesperado) no son sólo los niños los que no pueden ser felices, somos TODOS los que vivimos angustiados esperando el estacazo.
También parece ser que se enseñará, como buenos creacionistas, el origen divino del universo (Igualito que en tiempos de Corpérnico). Si es así ya veremos cómo nos apañamos para decir a nuestros niños que si les pregunta el profe de ciencias han de saber aquello del Big Bang pero si es el de religión, es el mismísimo Dios el que lo hizo en seis días, porque él si pudo descansar uno no como nosotros a este paso. Los problemas de doble personalidad están garantizados, los psicólogos y psiquiatras igual pueden sobrevivir gracias a ello.
Y mientras tanto en la Conferencia Episcopal, ese mundo aparte en el que parece que no ha llegado el aire fresco ese del Papa Francisco, siguen
pidiendo más. Todavía creen que faltan horas y prebendas a la asignatura, nos recriminan el ser poco piadosos mientras mantienen a un Cardenal en una vivienda de ultralujo (cuando el Papa intenta predicar lo contrario) y siguen sin tratar temas digamos “poco edificantes”. Parecen no entender que en Roma intentan abrirse a la realidad de un mundo que ya no se queda en la procesión y la penitencia, que necesita algo más que asumir “lo que Dios quiera”. Y si esto se ha juntado con un gobierno permeable con ministros ultracatólicos que se encomiendan a Santa Teresa o la Virgen del Rocío, pues nada, el confesionalismo de tapadillo está servido. Veremos qué hacemos con los derechos del resto de religiones como el Islam, las religiones Evangélicas y todas las otras inscritas en el registro que tienen acuerdos con el Estado no tan rimbombantes como los famosos “Concordatos” pero acuerdos al fin y a la postre. ¿Las incluimos en los planes de estudio? Parecería lo justo.
Igual por Moncloa deberían pensar en aquello del respeto a la libertad de culto (o a la libertad en general), grite quien grite. Parece que sería mucho más fácil y decente dejar la religión como una opción de las familias o del propio fiel y no intentar imponer, BOE en mano, como uno ha de ir al cielo.
La verdad, espero llegar a ver el día en el que podamos tener un sistema educativo del primer mundo camilo y no algo que vaya cambiando según nos gobierne uno u otro. No olvidemos que es el futuro de nuestros hijos lo que está en juego y el nuestro propio. Con la introducción a fuerza de BOE de la Religión Católica, aunque nos parezca una tontería y hasta nos arranque una sonrisa, lo único que puede ocurrir es el adoctrinamiento, la vuelta a tiempos de Don Camilo y Peppone. Llamadme paranoico pero igual es lo que se pretende, con esta gente ya perdemos la capacidad de sorpresa…
Salva Colecha