El fútbol y la esencia humana, reconozcamos que somos imperfectos y finitos
El niño crece viendo que el deporte se rige por valores perversos que llega a considerar normales
No hay nada más misterioso que el ser humano; si acaso, el propio hecho de que exista la vida y de que llegue la muerte. Somos seres finitos con aspiraciones infinitas; seres imperfectos que desean continuamente mejorar. Esta mejora, si es mal entendida, puede llevar a la frustración. Por ejemplo, si a un niño se le exige ganar por encima de todo y se le muestra que el éxito se mide en función del resultado, tenderá a poner dicho resultado por encima de todo. Aquí encuentra acomodo la idea de que se puede hacer cualquier cosa con tal de ganar, hasta el punto de que se vean bien el fingimiento y el hecho de no ayudar al árbitro a tomar la decisión más justa. También la teoría absurda de que si no se alcanza el objetivo previsto la temporada ha sido un fracaso. Da igual si uno se ha esforzado, si lo ha dado todo en el terreno de juego, si el rival ha sido mejor o ha tenido más suerte. Solo importa el resultado final, no el camino. El niño crece viendo que el deporte se rige por esos perversos valores y llega a considerarlos normales porque no ve que la opinión pública le ofrezca otra alternativa. Ve que un jugador engaña descaradamente al árbitro y que la afición no se lo reprochan (y tampoco los medios de comunicación); ve que insulta o golpea a un rival y su propio club no dice nada (como mucho, el típico "eso son cosas del fútbol"). Y también crece escuchando que todo se reduce a los puntos y títulos conseguidos, no al esfuerzo. Un equipo acaba subcampeón y parece que no ha hecho nada (y eso que muchas veces, los segundos, los terceros o los trigésimos tienen más mérito).
Volviendo a reconocer nuestra imperfección (yo también la conozco), lanzo mi deseo de que seamos capaces de invertir los valores que imperan en el fútbol. Supondría felicidad para los jóvenes que lo adoran y un beneficio extraordinario para el conjunto de la sociedad. Se dice muchas veces que el fútbol es, como la política, reflejo de lo que somos nosotros; pero también que el fútbol (y la política) puede ser fuente de esperanza, grandeza y crecimiento.
Exárbitro y colaborador de Clan de Fútbol
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