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Nuestra filosofía:
En Edades Alzira-La Ribera, apostamos por un modelo de cuidado centrado en las personas porque, aunque envejecer esté socialmente percibido de forma negativa, nosotros abogamos por un envejecimiento activo, que fomente la autoestima y la salud, buscando que las personas mantengan una vida feliz y conserven unos altos niveles de calidad de vida a pesar de los años y la edad.
Queremos dar apoyo a los mayores de forma que sigan teniendo control sobre sus vidas aún cuando precisan estar cuidados por otros.
Evidencias científicas han demostrado beneficio terapéutico para las personas mayores cuando se integran sus preferencias y el respeto de estas. Por eso debemos considerarlos como agentes activos y protagonistas en su proceso de atención, es imprescindible escucharlos y cumplir con sus preferencias y deseos: esa es nuestra visión del buen trato.
Todas las personas son valiosas, únicas y singulares, con independencia de la edad, enfermedad, estado cognitivo o grado de dependencia. Por eso nuestros servicios ponen el foco sobre las personas; tenemos en cuenta las capacidades y habilidades de cada usuario y ponemos en marcha un plan de atención y vida totalmente personalizado.
Las decisiones se consensuan con el usuario, la familia y los profesionales. Los problemas y dificultades que puedan surgir a lo largo del tiempo se resuelven de forma adaptada y centrada en el usuario en particular, escuchándole y apoyándole, sin las limitaciones de un sistema fijado con antelación con soluciones uniformes que a menudo sólo contemplan la seguridad, como los que se pueden encontrar en una residencia.
La ayuda a domicilio es un servicio básico que proporciona una atención profesional de calidad en el lugar de residencia porque las personas prefieren envejecer en su casa, rodeadas de su vida.
La atención centrada en la persona es una verdadera necesidad a la que respondemos con un servicio de proximidad, flexible y sin obviar los cuidados relacionados con la salud, pero dónde incluso las emociones cobran un valor enorme: porque cuidamos personas.
Nuestras cuidadoras:
En ese contexto, nuestras cuidadoras tienen una relación muy personal con el usuario y pasan a menudo a formar parte muy activa de la familia.
El dialogo con la familia y el usuario es siempre claro, fluido y familiar.
Garantizamos al máximo el respeto y el trato cálido, manteniendo una actitud de respeto y delicadeza sobre todo en los asuntos más íntimos, cuidando los más pequeños detalles.
Por todo ello, aparte de profesionales, las cuidadoras tienen que ser empáticas, flexibles, pacientes, respetuosas, transparentes, amables…en resumen tienen que ser buenas personas.
La idea es encontrar la fórmula, única y particular, para que la persona mayor pueda sentirse segura, cuidada y seguir disfrutando de las actividades que sean significativas para ellas, relacionándose cómo, cuando y con quien eligen sin sentirse anuladas como personas.