Esta mañana he ido a votar al colegio público García Lorca. Las entradas interiores a  sus instalaciones estaban perfectas, con rampas de acceso, barandillas, etc.
Una gran cantidad de gente mayor se acercaba a ejercer su voto con bastones, andadores, etc. Pero las dos puertas de acceso al mismo eran otra cosa muy diferente: un escalón dificultaba el acceso a muchas personas.
Esto es lo que me he encontrado a la salida, una persona con una silla de ruedas, solo, sin que nadie le hiciera caso. He requerido la presencia de un miembro de la policía local para que me ayudase a subir a este señor y, entre los dos, le hemos ayudado.
Dentro, un montón de apoderados de cada partido pululaban para que no ocurriese nada, pero fuera las barreras arquitectónicas de las dos puertas de entrada al colegio son un hecho manifiesto.
 
Nota: el autor de este correo ha preferido ocultar públicamente su identidad. Como sí se ha identificado ante nuestra redacción y el texto guarda las formas y corrección requeridas, lo publicamos y respetamos su libertad de expresión.