Libertad debe ir siempre abrazada a respeto... Y en el fútbol también

“Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales"

“Ya pasó“, que dirán algunos, mientras que otros tantos seguirán teniendo la atronadora pitada en los tímpanos como vinilo que una y otra vez reproduce la misma pista. Tras el esperpento de hipocresía vivida en la elección de la sede para la final, llegaba el momento de saber a cuántos decibelios ascendería lo que, para todos los que no estuvieran ciegos de patriotismo mal enfocado, era meridiano iba a ocurrir.
Mucho se habla, hablado y hablará, y más aún se vomitará, sin más objetivo que avivar la llama más que apaciguarla y buscar una solución que acabe de una vez por todas con la superposición entre política y deporte. Unos se amparan en la libertad de expresión, y otros se escudan en el orgullo patrio hacia un himno y bandera, símbolos a la postre; para mi motor desequilibrado, ambas adolecen del mayor parásito que lastran los cráneos de este país: FALTA DE RESPETO.
   
Que cada uno es libre de opinar, sin duda; que se utilice una fiesta deportiva para ello, me resulta estúpido. Tal vez el escenario donde la pelota rodaría, así como los equipos implicados, eran caldo de cultivo apropiado para este tipo de concierto bucal, pero apostaría mi inexistente fortuna a que todas esas gargantas afinadas por un mismo fin silenciarían al escuchar el himno de Mongolia, por ejemplo. Libertad debe ir siempre abrazada a respeto: hay muchos otros medios fuera del deporte para ejercitarla y demostrar el mal estar social y político actual en este cada vez más bananero país. Pero no un campo de fútbol. El sábado en la grada no solo había aficionados en cuerpo presente, los había por toda la Península Ibérica.
Si ni siquiera somos capaces de disfrutar de un partido de fútbol con respeto, ¿cómo pretendemos trasladar esa convivencia a la realidad diaria, a la calle? Pero ese respeto no debe imponerse desde fuera: debe crecer en la conciencia de cada uno. El pueblo es libre, por supuesto, pero por ello mismo debería ser capaz de discernir entre los distintos escenarios donde dar rienda suelta a sus inquietudes.
   
No se trata de defender una institución concreta, o de callar la conciencia y opinión de miles de personas cuyo documento nacional de identidad sigue estableciendo la española como su nacionalidad. Se trata de dar la oportunidad de exponer la veracidad o no de esos silbidos en otros marcos, no en el piso. Como ya vomité y sigo rumiando, sustituir el nombre de “Copa del Rey” por “Copa de la Liga” evitaría muchos sin sabores. Si ninguna afición entona otro himno que el de su equipo un domingo cualquiera, ¿tampoco lo haría de este modo en copa, no?
El atrincheramiento en ideas e instituciones vetustas y de espaldas a la realidad política de este país ya se está reflejando en la voluntad de muchos administrados al haber depositado su papeleta de uno u otro color. ¡Basta entonces de llevar las urnas o pancartas a las gradas! ¡Basta de arrebatarnos uno de los pocos momentos en los que el aficionado real disfruta y olvida! Eso sí: tengan claro que la banda sonora que se escuchó el sábado no fue compuesta por los cientos de miles que acudieron con su entrada. No; miren a otros lugares donde la pelota es algo que no se tira a portería sino a tejado ajeno y que minuto a minuto durante décadas y, por qué no, siglos, ha hecho germinar la ceguera sin sentido. Evolucionemos de una vez.
O, tal vez, nuestra parte animal siga ganando terreno a la del raciocinio y debamos hacer como en el país vecino y “cortar por lo insano”.
 
* Javi Ferrer escribe en "El fútbol es injusto (a veces)". Recomendamos la visita a este espacio.
* Foto: huffingtonpost.es