Niños tiranos
A lo mejor es hora de enseñar a los niños que los adultos hacemos cosas que no nos gustan, pero hay que hacerlas
Es posible que durante estas vacaciones se haya asustado al ver la adicción que tienen sus hijos a los teléfonos móviles o a las tabletas. Estoy convencido de que ha debido reñirlos en más de una ocasión al comprobar que son incapaces de despegarse de las pantallas. Ante esta realidad, un avezado programador ha creado una aplicación para concienciar a nuestros hijos para que colaboren en las tareas domésticas. A través de incentivos económicos los niños realizan sus tareas en casa. Así, si hacen su cama, barren, friegan... es decir, si realizan las labores de casa, reciben una pequeña compensación económica.
Puede que los niños no hagan las tareas domésticas —y luego querremos que sean adultos responsables— porque se está imponiendo la corriente de pensamiento único que afirma categóricamente que no se los puede privar de la infancia. No queremos arruinar su felicidad. Hay quien insiste en que la misión principal en los niños es que sean felices. Y es cierto. Pero eso no puede resumirse en que se conviertan en los reyes de la casa y, si me apuran, en los emperadores de la casa de los abuelos. Los abnegados papás, no pueden consentir que su hijo se aburra, o esté triste ni un segundo. Eso implicaría reconocer que han fracasado como padres. Por eso les regalan fastuosos teléfonos móviles y ultramodernas tabletas. Quizá de esta forma, no los recriminen su falta de tiempo para con ellos.
No crean que es una idea novedosa. Ya hay pedagogos que insisten en que los niños no deben obedecer siquiera a sus padres. Lo llaman educar en la no obediencia. Según ellos, el adulto debe dialogar, negociar, motivar al niño... Y si éste no quiere obedecer, el adulto deberá respetarlo. Equipara la autoridad paterna con las apetencias filiales. Por supuesto, también pretenden eliminar los castigos. Aseguran que ni educa ni modifica conductas. Hay quienes creen que educar a los niños es negativo. Incluso considera que lograr que un niño obedezca es convertirlo en un esclavo, en un ser sumiso. Con estos ingredientes, la respuesta es la esperada: Niños tiranos. Por supuesto, todo esto se traslada a la vida diaria. Quedan atrás conceptos tan anticuados y denostados como esfuerzo, conocimiento, trabajo, compromiso... Palabras del neolítico. Casi deberíamos escribirlas en paleoespañol. A lo mejor es hora de recuperarlas y enseñar a los niños que los adultos hacemos cosas que no nos gustan, pero hay que hacerlas. Como madrugar para ir a trabajar, hacer la comida, la limpieza del hogar... Si seguimos inculcando a nuestros hijos que su única meta en la vida es ser felices, serán unos desgraciados, porque la felicidad plena ni existe, ni es alcanzable.
* Diego Gafo es colaborador de El Seis Doble. Su espacio, aquí.
* Diego Gafo es autor del blog "Las cosas de DIEGVS".
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