Rajoy se ha fundido como el plasma al que nos acostumbró
Ha dado la espalda a la realidad de aquellos que parece que le molestemos
Ya hemos comido la mona, volado la cometa, conocido gente muy agradable en experiencias nuevas (ya os cuento una historia de campings otro rato, o mejor, os enlazo a ESTA) y sufrido kilómetros de colas por esas descuidadas carreteras abandonadas de la mano de Dios porque “la cosa va mejor” (dicen) pero no se pueden mantener aunque estemos pagando impuestos como para enmoquetarlas. Parece que si quieres circular de forma más o menos decente aquí te toca rascarte el bolsillo para aumentar las arcas de los amigotes esos que amenazan con ser los próximos rescatados al estilo banca pero de asfalto.
Bueno, el caso es que ya estamos en casa, sin fotos exóticas para enseñar porque, claro, si el Gobierno dice que ya estamos recuperándonos ¿Cómo vas a contar que en lugar de volar a las Bahamas has estado escondido dentro de la cómoda en casa de tu bisabuelo en el pueblo? Te callas avergonzado por si el Ministro tiene razón y eres el único del barrio que todavía tiene un cierto sabor de fondo a las pipas que se ha zampado en lugar de raciones de gambas.
Aunque bien pensado, igual lo que está pasando es que andamos en vísperas de elecciones y toca pintar el negro de color rosa para llegar a meta haciendo creer que se trabaja y mejora algo. El cuento es más viejo que la tos aunque visto el ideario troglodita de esta gente, la tos es post-moderna al lado de la Ley Mordaza que nos han proporcionado.
De verdad que no se si en esta ocasión los maquillajes estilo l’Oreal usados en vender la recuperación serán suficientes para avalar al PP ante las elecciones que ya están ahí, el desastre va ya más allá de las cifras. Aunque por una remota casualidad (y haciendo ciencia ficción paralela y metafísica) fuese verdad y estuviésemos recuperándonos, en el PP (y muchísimos otros) tienen un problema añadido, mucho más gordo que el manirrotismo del gobierno y casi tanto como los incontables procesos judiciales, un problema que no se soluciona convocando debates de 500 personas que se resumen en un “yo hablo, vosotros aplaudís”. El presidente ha perdido su credibilidad social y así muy lejos no se puede llegar. Se ha hundido por la insensibilidad que ha demostrado siempre ante las calamidades que han destrozado a cientos de miles de familias en España, se ha fundido como el plasma al que nos acostumbró. Se ha quemado por no tener nunca un gesto sincero y espontáneo con nuestros problemas, los de verdad, los de aquél que no puede alimentar a su prole. Nunca, hasta ahora, nos ha dicho nada sobre la necesidad aceptar los errores y reconstruir desde cero todo un país reducido a ruinas. Se esconde como una comadreja, ha dado la espalda a la realidad de aquellos que parece que le molestemos. Nos continúa intentando colar la misma historia de recuperación, que al final sólo ayuda a los de siempre, mientras el resto seguimos viendo asombrados, impotentes y desilusionados que permanecemos en el lodo. Parece que le sobramos, que estamos fuera de su mesiánico proyecto de salvación de unos elegidos.
El problema es que ahora se han dado cuenta de que necesitan algo de nosotros. Les hace falta convencernos para que les dejemos continuar con nuestro propio desmembramiento y me parece que no están por la causa de ir cambiando caras, falta hace, creedme. Igual, como dicen los de la Fórmula 1, se han pasado de frenada y es tarde ya para detener la debacle, veremos.
* Salva Colecha es autor del blog "En zapatillas de andar por casa".
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