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Eugenia, enfermera del Hospital de la Ribera, tiene dos pasiones: su trabajo, cómo enfermera de la UVI de infantil y sus dos perritas cocker que son como sus hijas. Vive sola en un chalet de Vilella, rodeada de naranjos, además de sus gallinas y patos. Para proteger todo aquel vergel instaló en su día un sistema de seguridad.
Últimamente casi todas las noches se estaba activando su sistema y a pesar de que los técnicos le revisaron los sensores de exteriores seguían activándose, para comprobar las causas de las activaciones le instalaron unas cámaras y de esta manera se podría comprobar qué causa provocaba la alarma. Durante la primera noche si identificó el causante de tanta molestia, era el novio de las perritas que venía de visita, un mastín leones de cincuenta kilos, jovencito y juguetón.
El sistema de cámaras, además del uso que se le dio para verificar las alarmas desde la central receptora de Segurinter, le servía a Eugenia para observar a sus perritas y los demás animales que tenía. Desde el móvil enseñaba a sus agradecidos pacientes imágenes grabadas de los juegos y travesuras de sus perritas e imágenes de la vida tranquila de sus gallinas y patos en tiempo real, provocando más de una vez risas entre los niños y sus familiares.
Segurinter